Mañana es 14 de febrero, día del amor y la amistad. Tuve unas conversaciones muy interesantes sobre cómo ha cambiado el noviazgo y el matrimonio en varias generaciones. Tengo que compartírtelo.
Todos buscamos ser amados. Y claro, hay distintos tipos de amor. El amor desinteresado que solo da la familia, el amor de los amigos, y el amor de pareja. Las parejas con las que platiqué tienen distintos años de matrimonio, una 62 años, otra 34, otra 19, y también hablé con parejas de novios muy jóvenes que aún no se casan. Las pláticas con ellos fueron muy interesantes. Me sorprende cómo ha cambiado la forma de pensar y las costumbres en cuanto al amor de pareja en la sociedad de hace 60 años y en la de ahora.
Hablamos por ejemplo con Doña Esthela Tamez de Flores y con Don Homero Flores Flores. Ellos llevan juntos 67 años: duraron 5 años de novios y llevan 62 años casados. Tienen 5 hijos. Les preguntamos qué pensaban del noviazgo en su adolescencia. Doña Esthela me cuenta: “No pensaba mucho (refiriéndose al noviazgo) porque mi papá murió cuando tenía 15 años entonces había que trabajar para salir adelante. Empezamos un noviazgo cuando yo tenía 16 años y él 18”. Me cuenta que el cortejo duró poco y se hicieron novios poco después de conocerse pues la familia de Don Homero la conocía y viceversa. “En aquel tiempo era muy importante saber de qué familia venías, no estoy refiriéndome al aspecto económico sino familias buenas, trabajadoras, gente buena”. Don Homero agrega: “Es que en aquel entonces los noviazgos eran de personas relativamente muy jóvenes que era el caso nuestro. Estábamos empezando una carrera profesional, y luego había que trabajar e irse abriendo camino, entonces era lógico tener una novia. Realmente los noviazgos en aquel entonces (1950) eran largos, si nos iba más o menos bien, pues era empezar a juntar dinero para el casamiento”.
Esta manera de ver el noviazgo en la adolescencia cambió 30 años después. Para Alejandro Vázquez y Norma Muñoz, casados desde hace casi 34 años, el noviazgo en la adolescencia no era algo tan en serio. Alejandro nos cuenta: “Desde mi punto de vista en la adolescencia tener novia era para tener abrazos, agarraditas de mano y besos”.
Por su parte Norma señala: “Yo quería tener novio pero para estar acompañada, sí andar de manita sudada pero más romanticona”. Para los que eran novios hace 20 años también era una cuestión más de tener compañía. Nuria Olvera y Javier Noriega opinan: “Pensaba que tener novio era para conocer a más personas, para salir acompañada al cine o a las fiestas con los amigos”, nos cuenta Nuria. Javier añade: “Yo quería tener novia para no estar solito, para tener una compañera que me complementara”.
¿Y cómo es ahora? Platicamos también con Mario Zapata y Marlenne Montaño, ambos de 22 años. Tienen un año y medio de novios. Desde niña Marlenne pensaba en tener novio pero “como un cuento de hadas”; nos cuenta que siempre soñó con el matrimonio. “En mi adolescencia buscaba un novio pero para que estuviera conmigo toda la vida”. En cambio para Mario el asunto era más de experimentación, algo similar al punto de vista de Alejandro: “Yo pensaba que el noviazgo era algo “cool”, algo padre. Era como querer experimentar y conocer, querer saber qué se siente dar un beso y estas cosas, cosas que vas experimentando por primera vez”.
Algo que me pareció interesante era la manera en que conocían personas del sexo opuesto y cómo era el cortejo, o en palabras más modernas, el “ligue”. Hace 60 años las parejas se conocían en reuniones, a través de amigos comunes, en fiestas como bodas de familiares o XV años. Además en Monterrey, ciudad de origen de Doña Esthela y Don Homero, en 1950 había una costumbre peculiar: “Se acostumbraba ir de 8 a 10 de la noche los domingos a la plaza Zaragoza –en el centro de la ciudad-. Los hombres caminaban por un lado y en la otra mitad las mujeres caminando en contra. Es ridículo pero esa era la época. Caminabas e ibas viendo a los muchachos y ellos te iban viendo. El que andaba allí no tenía novia. Si una muchacha se presentaba en la plaza con alguien, pues se entendía que ya era novia. Y si te presentabas con varios pues eras una noviera”, comenta Doña Esthela riéndose. Pero aclara que ese paseo era solo “para ver”, no se dirigían la palabra. “Si tú le gustabas al muchacho, desde luego tú no ibas a tomar la batuta , él investigaba cómo podía acercarse a ti y luego hacías una cita fuera de la plaza Zaragoza. Porque si te veían platicando con uno o con otro, no era bien visto, era una sociedad muy anticuada para lo que se acostumbra ahorita. Antes para tener novio tú tenías que investigar de qué familia era la persona”.
Alejandro y Norma coinciden con Doña Esthela y Don Homero en que las parejas se conocían a través de familiares o en el trabajo, como fue su caso. “Alejandro y yo trabajábamos en el mismo lugar, él iba a mi oficina a platicar , yo sentía que le interesaba”, cuenta Norma. Para cuando Alejandro invitó a salir a Norma ya llevaban tiempo platicando: “Casi desde las primeras veces que la invité a salir le dije que si quería ser mi novia. Al mes de noviazgo le dije que yo no andaba nada más de manita sudada, que yo me quería casar y que se preparara porque al siguiente año nos casábamos”. Y así fue: a los 9 meses de noviazgo se casaron.
Sobre el cortejo nos cuenta Alejandro: “En aquella época si invitabas a alguien es porque te interesaba, no invitabas a alguien nada más para divertirte, ese concepto no existía”. Norma platica: “en mi caso yo tenía prohibidísimo subirme al carro de alguien. Cuando ya empecé a andar con Alejandro es porque yo vi que ya había interés, vi que no estaba jugando y entonces ya me podía subir al carro con él”. Doña Esthela también nos contó que tenía prohibido subirse al carro de alguien, incluso ya siendo novia de Don Homero. Esto por supuesto ha cambiando mucho en la actualidad, no es mal visto que los novios vayan en carro, o incluso de viaje, a todos lados.
Lo que me ha llamado mucho la atención en parejas que están juntas desde hace 60 y 30 años es el respeto que siempre había entre ellos, antes y después de ser novios. Por ejemplo, Doña Esthela hizo mucho hincapié en que la mujer “tenía que darse a respetar” porque si no era mal vista por su novio. Los hombres por lo general buscaban una mujer de buenas costumbres. Durante el cortejo que vivieron Alejandro y Norma (30 años después), él le hablaba de “usted” a ella. Esto ha cambiado drásticamente hoy en día. Marlenne y Mario nos cuentan que hoy los muchachos al cortejar son muy directos: “te preguntan dos tres cosas así como tipo entrevista “exprés”; cómo te llamas, qué estudias, etc., y te invitan a salir rápido (“vamos al cine” o “vamos a cenar”) o incluso hay gente que te propone cosas más atrevidas”, cuenta Marlenne. También añade: “Mario jamás me coqueteó directamente, siempre se interesaba por mis pláticas pero nunca cruzaba un límite. Ahora los chavos ligan por ejemplo diciéndote “buenos días bonita, ¿cómo estás?”etc. Mario jamás me dijo eso antes de ser novios, siempre mantuvo un respeto, un límite. Aún así yo sabía que estaba interesando en mí”.
Como puedes ver las cosas han cambiado mucho. Hace poco más de 60 años las parejas se conocían en un ambiente familiar, a través de personas de confianza. No podías ser novio de alguien si no tenías referencias de esa persona. Al paso de los años eso empezó a cambiar hasta el grado de que hoy las parejas se conocen hasta en medios electrónicos. El cortejo era muy respetuoso, al grado de hablarse “de usted”, y era muy importante el conocimiento de la persona. Ahora parece que se ha perdido un poco el respeto y los muchachos van “al grano”; la conquista se hace rápido y en las relaciones de pareja se da muy pronto una familiaridad que antes se daba solo con el tiempo y el trato.
Había cosas buenas antes y hay cosas buenas ahora. Pero también es verdad que hay cosas que debemos recuperar hoy, valores y costumbres que se han perdido y esto ha tenido consecuencias en las relaciones de pareja hoy en día. Las parejas se casan menos, duran menos tiempo casados, o son poco resistentes a los problemas típicos del matrimonio.
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