Espero que hayas pasado un Día de las Madres muy especial junto con tu familia. Agradecemos a todos los que compartieron con nosotros una historia sobre su mamá. Por amor a ellas y por prevención muchos no podemos visitarlas debido a la cuarentena. Sin embargo, recordar momentos hermosos que pasamos con ellas nos ayuda a valorarlas más y a estimar el amor incondicional que nos tienen.

A continuación te comparto algunas de estas maravillosas historias.

Uno de los relatos que recibimos expresa: “Somos una familia grande de nueve integrantes. Un Día de Reyes habíamos pedido algunas cosas como todos los niños, pero no nos las trajeron. Cuando mi mamá nos vio a todos tristes dijo: “¡Ah no! Verán cómo alcanzo yo a esos reyes y de que les traen sus juguetes se los traen los cabezones”. Eso nos hizo muy felices. Es una de tantas cosas hermosas que ha hecho mi madre, hermoso ser que nunca dejaré de admirar”.

Roberto nos dice: “Mi madre murió a los 80 años de edad, pero tuvo una vida plena y llena de Dios. Fue siempre una gran persona y una gran creyente de la Virgen de Guadalupe. Ella tuvo por casi 40 años cáncer en diversas partes del cuerpo; es difícil creer que alguien haya tenido que sufrirlo por tanto tiempo sin haber muerto de inmediato. Dios ayudó a mi madre a no sucumbir a esa enfermedad sino a superarla en diversas oportunidades. Ella siempre oró con mucha fe y diciéndole a Dios que ella no moriría de esa enfermedad pues tenía todavía que cumplir con muchas cosas en su vida. Eso para mí es una demostración de fe muy grande en Dios y en la Virgen de Guadalupe; esto logró que ella viviera con nosotros hasta cumplir 80 años. Sabemos que nos sigue cuidando y pidiendo por todos nosotros desde el cielo”.


Karina expresa: “Mi madre siempre ha sido una guerrera en la extensión de la palabra; ha pasado pruebas de la vida y del mismo destino y siempre le gustó ayudar a los demás, desgraciadamente justo a los 60 años le dio un derrame cerebral que la dejó sin la posibilidad de moverse y comunicarse, de poder hacer lo que ella más amaba que era salir, pasear, hablar, leer y pasar tiempo con su familia. Aunque mi madre tal vez no ha hecho cosas extraordinarias, sigue dándonos lecciones nuevas cada día, porque solo con el hecho de verla reír o mirarnos con esa cara tan hermosa, nos hace volver a ser felices”.

En otra carta nos relatan: “Lo que puedo decir de mi mamá es que a pesar de ser muy pobres y de que ella siempre estuvo enferma, le echó muchas ganas para educarnos y hacer lo necesario para nuestro desarrollo físico, mental y moral. Hubo una temporada que buscaba recetas de cocina para hacernos cosas nutritivas y sabrosas, y para no repetir los guisos que nos hacía iba apuntando en una libreta cada día la comida que elaboraba y revisaba esa libreta todos los días”.

Guadalupe nos dice: “Mi linda madre vive en la ciudad de Mérida, Yucatán. Al fallecer mi padre el año pasado, ha estado pasando un tiempo con sus diferentes hijos. Está operada de sus dos rodillas y por su edad (83) apenas puede caminar, se ayuda con su silla de ruedas, pero a pesar de todo el deterioro de su salud ella sigue con muchas ganas de vivir y disfrutar la vida, eso no le impide pedir cosas que por su situación le sea imposible hacer, está tan llena de sueños y deseos que siento que nos inyecta dinamismo a nuestras vidas”.

Otra historia nos narra: “Soy producto de una violación, razón de más para demostrar la valentía de mi madre al no haberme abortado, enseñándome a trabajar y a estudiar, pues su herencia, me decía: ‘Es tu estudio’. Una señora seria, comprometida con sus hijos y sus muchos trabajos: afanadora, planchaba y lavaba ropa ajena…Siempre nos apoyó y buscó que fuéramos ejemplo para la sociedad”.

Patricia expresa: “Mi Madre Salustia Salgado Cuevas (1913-1992) tuvo 15 hijos que nacimos en casa con la ayuda de una partera. A los 45 años quedó viuda, le dieron trabajo en una guardería (1962) y seguía cuidando niños. También era partera y trajo muchos niños al mundo en mi barrio. Fuimos pobres de dinero pero ricos en juegos y libertad. Mi madre siempre se mostró sonriente y apoyaba a todos. Soy Patricia la hija número 13”.

Mónica: “Mi mamá se casó un poco grande y tuvo un accidente de explosión de pólvora a los doce años en donde le informaron que no podría tener hijos, pero el amor a ser madre superó ese obstáculo y tuvo la oportunidad de dar a luz a siete hijos vivos, yo soy la mayor. Mamá aún recuerdo tu dedicación para cuidarnos, siempre arreglándonos con gran amor y con una gran sonrisa. Gracias por todos los sacrificios que hiciste por nosotros; como cuando tuviste que apoyar a mi papá para sacarnos adelante. Gracias mamá, gracias por entregarme tu vida entera, tu ser y tu amor desinteresado. Jamás podré pagar lo que me diste, pero espero que en mi hijo pueda devolver un poco de tu amor entregado”.

Otra hermosa historia que nos llegó dice: “Sin saber leer y escribir mi madre nos guió con el ejemplo honrado y dedicado a todos nosotros, sus hijos. Superó situaciones como un infarto y varias operaciones para conservar en la medida de lo posible su salud… Mi mamá es una heroína, sigue siendo el centro de atención y unión familiar, algunas veces se le ve cansada, pero su alegría de vernos es indescriptible. Gracias Dios porque sé que hay muchas otras mamás similares, gracias por las que siguen con nosotros y por las que ya están en tu compañía”.

La siguiente historia expresa: “Mi madre es una mujer fuera de lo común, se quedó viuda a los 32 años con 7 hijas, esperando a mi único hermano y nos sacó adelante… A ella le debo lo que soy, una mujer trabajadora, honrada, educada, comprometida con mi familia y con los valores que ella nos enseñó”.

Desde Argentina recibimos la historia de Susy: “Nieves, mi madre, maestra y amiga. Qué hermoso prolongar tu labor más allá de tu vida terrena, por haber encarnado valores que son, a través del tiempo, siempre actuales y fresco. La caracterizaba un temple digno de imitar, por ser sembradora de semilla de verdad en un mundo sediento de verdaderos valores y ejemplos a seguir. Llevaré siempre en mi corazón sus enseñanzas iluminadas por el Espíritu Santo, así como sus dones entre los que se destaca el de la humildad, sabiduría y consejo, ya que todos recibíamos palabras de amor y vida”.

Compartimos a continuación la última historia, que es igual de conmovedora: “Cuando estaba aún en el vientre de mi madre, faltando todavía un mes para mi nacimiento, no sé qué tipo de complicación tuvo el embarazo que el doctor que atendía a mi mamá le dijo con preocupación que algo estaba mal y que tenían que decidir entre la vida de ella o la mía. Por supuesto, mis papás dijeron que habría que salvar ambas vidas, sabiendo el riesgo que esto representaba para mi mamá. No sé si fue un milagro o si el doctor se equivocó, pero 61 años después aquí sigo, dando gracias a Dios y a mi madre”.

Muchas gracias por compartirnos todas estas historias tan conmovedoras que reflejan que el amor de una mamá es incondicional y no tiene límites. ¡Felicidades mamás! Gracias por darnos la vida.

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