En el mes de febrero de 2022 publicamos la primera parte de un artículo basado en la plática “Los derechos humanos: perspectiva jurídica”. Esta charla fue transmitida a través de nuestras redes sociales el 24 de enero y en ella nuestro director, Marcial Padilla, dialogó con el Dr. César Ruiz Jiménez, director de la Fundación Aguirre, Azuela, Chávez, Jáuregui Pro Derechos Humanos, y con el Dr. Rafael Estrada Michel, director académico del Instituto de Ciencia Jurídica. Ahora te presentamos la segunda entrega basada en esta charla.

En la conversación tanto el Dr. Estrada como el Dr. Ruiz enfatizaron que los derechos humanos tienen un propósito, y ese propósito tiene en su raíz que solo son valiosos en la medida en la que ayudan al mejoramiento de la dignidad humana. Comentaron que es muy importante no perder de vista esa premisa, porque ha sucedido que en los tribunales se resuelven aspectos que delimitan o amplían la protección de los derechos fundamentales, y que hay que ser muy cuidadosos con la lectura de estas sentencias, pues se puede llegar a afectar derechos de terceros.

Marcial comentó que desde su perspectiva hay un antes y un después desde la reforma al artículo 1.o de la constitución de México que se hizo en 2011, en la cual se cambiaron las garantías individuales por el reconocimiento de los derechos humanos. Agregó que si bien a partir de esta reforma se observa que hay una cierta evolución en esta materia, hay temas urgentes y graves que están desatendidos. La pregunta concreta que planteó fue: ¿cuál es el balance entre lo positivo, lo que es urgente que se atienda, y lo que se podría reconsiderar, por si ha habido interpretaciones en exceso, a 11 años de la reforma?

El Dr. Estrada contestó primero lo que ha habido de positivo: “Nuestro país y en general el entorno internacional es hoy por hoy mucho más respirable de lo que era en épocas autoritarias. Es decir, a la transición a la democracia se le acompañó con una muy profunda reforma en materia de derechos humanos. Y esta reforma obliga a las autoridades de cualquier orden de gobierno a buscar la solución que de manera más amplia proteja los derechos de las personas. Antes te aplicaban la ley, y la ley era dura pero era la ley. Todavía hoy tenemos este fundamentalismo legal, creemos que porque algo está en la ley ya es bueno. Las leyes, como cualquier obra humana, son criticables y pueden violar el orden constitucional e incluso los derechos humanos. Hoy por hoy tenemos instrumentos para hacer valer esa crítica a la ley, lo cual es un avance enorme frente al legalismo que caracterizó al México de los tiempos autoritarios.”

Añadió: “La discriminación negativa hoy está sumamente penalizada. La crítica por cuestiones étnicas, por motivos religiosos, de género, de edad, por discapacidades físicas, estaba todo el día presente, y hoy por hoy eso ha recorrido un camino de desvaloración prácticamente absoluta. El Estado mexicano está obligado a procurarle a todo mundo un debido procesamiento de sus causas. Es un deber”.

Comentó que hace años, cuando iniciaba la Comisión de Derechos Humanos y empezaba a darse la reforma a la Suprema Corte de Justicia, el discurso era: “Eso de los derechos humanos es para proteger ladrones y para proteger criminales”. Señaló que ya nadie puede decir eso hoy. Por otro lado, si bien hay que reconocer los avances, también hay que reconocer una serie de deficiencias, por ejemplo, el laicismo: “Pareciera que todo el mundo tiene derecho a la libertad religiosa menos los católicos, ¿por qué? Se dice que ‘por el principio histórico de separación de la Iglesia-Estado’. Yo creo que nadie lo pone en duda, pero hoy por hoy lo que sí es ridículo es que haya un segmento de la población de una religión que no tenga derecho a ejercer su libertad religiosa”.

Añadió que estas deficiencias y absurdos son los que a veces se manifiestan en otra serie de derechos, que han tardado más en obtenerse, o en los que incluso ha habido regresiones muy graves. Señaló: “Me refiero por supuesto al respeto a la vida. Y no solo en sede intrauterina. También hay un desvalor prácticamente absoluto a la vida más allá del seno materno, como en el caso del bebé Tadeo encontrado en el penal de Puebla, o en el incremento de los homicidios”.

En cuanto a las grandes deudas que aún existen en el tema de derechos humanos y que no están siendo atendidas, el Dr. César Ruiz comentó: “Hay un sector de la sociedad, sobre todo la clase media, media-alta que es más consciente de sus derechos y que pelea por ellos, pero es un sector mínimo de la sociedad. Existen 60 millones de mexicanos que no son conscientes de sus derechos, que todos los días sufren para tener los servicios básicos, como salarios, las jornadas de trabajo, acceso al agua, acceso al medio ambiente digno, a la seguridad, a la salud, a todas las prerrogativas que están muy bien plasmadas en todos estos instrumentos (relacionados con los derechos humanos) pero no han llegado todavía a un sector importante de la sociedad, por dos cosas: lo primero es que ellos no tienen las posibilidades que tiene otro sector de conocer estos derechos, y luego, no tienen las posibilidades de pelear por ellos. De ahí que es importante la función de organizaciones como ConParticipación o como la Fundación Aguirre (en la que él colabora). Nosotros debemos de ayudar a que estos derechos también sean una realidad para ese sector de la población”.

Agregó: “No podemos hablar de una labor completa si a la mayoría, o a los que realmente lo necesitan, no estamos logrando garantizarles sus derechos fundamentales”.

Continuó comentando el tema de los excesos que se han dado en esta materia de los derechos humanos y señaló que dos de los elementos más importantes de la reforma del 2011, que fueron la interpretación más favorable (en cuanto a lo que más ayuda a proteger los derechos de las personas) y el principio pro persona, generaron ciertos problemas. Por ejemplo, los jueces buscaban llegar a una resolución que fuera lo más protectora posible de la persona, y sin embargo, para el Dr. Ruiz “esto no puede ser posible siempre porque existen reglas procesales que no se pueden saltar, porque entonces se vuelve un caos la impartición de justicia. Entonces, había un poco ese tipo de criterios extremadamente protectores. Afortunadamente ya se entendió que el principio pro homine no es un principio superior a cualquier otro, sino que se tiene que armonizar con los demás principios constitucionales”.

Añadió: “Ahorita tenemos otra vertiente de ese sobre proteccionismo, que es el que se quiera dar demasiada importancia a un derecho sobre otro”. Mencionó nuevamente el ejemplo del bebé Tadeo, encontrado en el penal de Puebla, y explicó que en este tipo de casos ya no se ve a la persona como un ser humano, sino que se le cosifica, y eso es grave, subrayó, “porque la cosificación es el paso número uno para la transgresión a los derechos humanos. Le pasó a las personas consideradas esclavos, le pasó a los judíos, les pasó a las mujeres en cierto momento, y hoy en día en una resolución reciente de la Suprema Corte, le está pasando al ser humano que está en el vientre de su madre. Y extrañamente la Suprema Corte, que está regida por este principio pro persona y por el principio de la interpretación más favorable, desdeñó las normas que consideran al concebido como un ser humano, como una persona titular de derechos, y se enfoca en la protección de lo que ellos llaman derechos sexuales y reproductivos, invisibilizando así al pequeño. Cuando una resolución un poco más comprometida con la interpretación de los derechos humanos, entendería al concebido como un ser humano, como un ser humano con derecho a la vida como reconoce el artículo 1.2 y el 4.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos”.

Añadió: “Si se quiere entender este derecho de la mujer a decidir, una vez que ya existe otra vida, hay que hacer un ejercicio de proporcionalidad sobre estos derechos. No en la forma como lo hizo la SCJN, que es negar por completo la existencia humana de un ser que está en el vientre de su madre. Ahí es donde vemos algunos excesos”.

Como conclusión de este apartado, el Dr. Ruiz comentó: “Yo creo que el exceso está en que no porque yo pueda hacer algo, eso se convierte en una libertad fundamental. Todas nuestras libertades deben estar siempre regidas por la protección tanto de mi dignidad como la de los demás, y en el momento en que la mía o la de otra persona es afectada, ya no podemos hablar de un derecho fundamental. Siento que eso es algo que todavía puede mejorar en la interpretación de los derechos fundamentales”.

“Termino con otro ejemplo que es muy sonado, el uso lúdico de la marihuana. ¿Realmente es una libertad? Sí. ¿Es una libertad fundamental? No me parece que sea fundamental, no abona a mi naturaleza si fumo estupefacientes para hacerme sentir mejor, de hecho incluso yo pensaría que es lo contrario, no necesitamos ese tipo de sustancias para ser mejores seres humanos. Respetamos que exista esa libertad, pero no me parece que deba llevar el calificativo de libertad fundamental”.

Para finalizar la plática hablaron del diplomado de derechos humanos que ofrece el Instituto de Ciencia Jurídica, del que el Dr. Rafael Estrada es director académico. Es un diplomado en línea que se diseñó de esta manera incluso antes de la pandemia. La plataforma tecnológica que se usa en el curso no obliga al alumno a estar horas frente a una pantalla, sino que le da la flexibilidad de manejar sus tiempos para aprender a su ritmo, con lecturas muy bien seleccionadas, vídeos y contenido multimedia, poniendo el énfasis en casos prácticos. El diplomado no está dirigido únicamente a abogados, sino a todas las personas que estén interesadas en aprender un poco más de derechos humanos. Se puede pedir información en www.icj.mx y consultar el plan de estudios en: https://icj.mx/diplomado-derechos-humanos/

Si te interesa ver esta charla completa puedes hacerlo en el siguiente enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=OvOOhfQyrFU

ConParticipación