Terminó el mes de junio y para cerrarlo, queremos compartirte un resumen de la plática que nuestro director, Marcial Padilla, tuvo con Wal Flores, un joven que experimentó atracción al mismo sexo (AMS) en el pasado. Durante la plática Wal nos compartió sus experiencias de manera muy honesta y transparente, lo cual le agradecemos, porque son vivencias fuertes pero que pueden ayudar a muchas personas que pudieran estar viviendo situaciones similares.

Marcial comenzó la plática señalando que el mes de junio en los últimos años se ha proclamado como “el mes del orgullo” en los medios de comunicación, en el gobierno, en las empresas. Este orgullo está relacionado con vivir “experiencias sexuales diversas”, por llamarlo de alguna manera. Pero hay personas que no tienen espacio en el “mes del orgullo” y que en cierto sentido son excluidas, e incluso perseguidas por expresar que vivieron esas “experiencias” y que eso no les dio plenitud a su vida. Tal es el caso de Wal Flores, quien vivió un estilo de vida homosexual.

Wal comentó que provenía de una familia pequeña y disfuncional, pues sus padres sufrían alcoholismo. Esto tuvo consecuencias en la dinámica familiar. Por ejemplo, no se acostumbraba expresar emociones, y sus padres, por su adicción, lo descuidaron, lo cual ocasionó que lamentablemente desde los 5 años Wal sufriera abuso sexual por parte de algunos familiares cercanos. “Eso tuvo consecuencias en mi vida más adelante, hasta la vida adulta,  pues el no estar cerca de mi papá en un aspecto emocional también fue otro factor que permitió que yo desarrollara la atracción hacia el mismo sexo”, señaló. Agregó: “Desafortunadamente experimenté carencias afectivas y no me sentí seguro siendo un hombre. Mi papá, quien tenía que ser el encargado de llevarme al mundo masculino, de enseñarme lo que era el mundo de los hombres, no tuvo esa capacidad, por su misma enfermedad. Antes lo veía con resentimiento y desde la postura de víctima, pero ahora entiendo que por su enfermedad simplemente fue incapaz”. 

Wal cuenta que creció sintiéndose diferente e inferior a otros hombres por esa falta de conexión con el mundo masculino. Señaló que en la primaria tuvo un amigo que tenía características que a él le gustaban y le atraían pero no sabía porqué. “Ahora he entendido que es precisamente porque yo no me sentía suficientemente hombre, ni me consideraba un buen representante masculino”. Señaló que su amigo era futbolista, bien parecido y popular entre las niñas, y Wal comenta que había algo que lo atraía de él. “Ese algo era lo que yo creía carecer, porque yo en realidad podía hacerlo, yo era totalmente capaz de jugar fútbol, yo también era inteligente, sacaba buenas notas”. Pero sentirse inadecuado como hombre lo hacía pensar que era tonto y que era incapaz.

Después Wal habló de su experiencia con su mamá, quien desde su perspectiva tuvo mucho que ver en el desarrollo de su AMS. Ella era muy dominante, controladora y sobreprotectora, e influyó para hacerlo un hombre débil. No lo dejaba salir con los vecinos de la cuadra, por ejemplo, porque decía que podía caerse o que lo podían robar. Wal comenta que ahora se da cuenta de que su mamá también tenía sus propios traumas, y que eso influyó en él: “Mi mamá inhibió mi masculinidad latente, mi heterosexualidad latente, y pues mi papá no estuvo ahí para llevarme al mundo de los varones. Si a eso añadimos el factor del abuso sexual por parte de varones, eso también trastornó todo. Ese abuso sexual también me hizo creer que el cariño de un hombre yo lo podía recibir a través de caricias, a través de una cuestión erótica sexual genital, y esa imagen se me quedó muy grabada”.

Durante su adolescencia, en la secundaria, tuvo muchos problemas y empezó a experimentar un fuerte acoso. Le dirigían insultos y apodos por su amaneramiento constantemente. Fue entonces que se generaron sus primeros pensamientos suicidas. “Por lo mal que yo estaba ya no veía una salida. Tenía que ir a la escuela porque tenía que cumplir, pero no tenía otra motivación. Con todos esos factores llegué a pensar: ‘¿Y si me suicido mejor?’”. Comentó que en esa época además es cuando descubrió la pornografía por una película que tenían sus papás en su casa, y que ese fue un escape al dolor: “En realidad yo traía ya el dolor de los abusos sexuales, de no tener cercanía con mis padres, de no sentirme parte de una familia; yo crecí con ese sentimiento de no ser parte de nada”. 

En el año 2000 Wal estaba convaleciente de una cirugía y su papá le compró una computadora. Empezaba en ese entonces el tema de conocer gente a través de “chat rooms”, y en uno llamado “gay” empezó a tener citas a ciegas en la Ciudad de México con hombres que conocía en esos chats. Lamentablemente no había nadie que le advirtiera los riesgos, y fue así que a los 17 años empezó a tener los primeros encuentros sexuales. Además su adicción a la pornografía fue escalando, de modo que su tiempo libre de la preparatoria, lo pasaba en eso y en conocer gente mediante internet.

Wal resaltó un tema que él en su propia experiencia vivió: las relaciones codependientes. Señaló que en el estilo de vida homosexual es común tener este tipo de relaciones, y que incluso él mismo las tuvo. Expresó que en este tipo de relaciones entre dos hombres que tienen las mismas carencias, y que están buscando satisfacer sus necesidades, nunca va a haber complemento como el que habría entre un hombre y una mujer. “Por eso también quiero traer a colación ese tema. No hay en una relación homosexual nada de eso, no hay complementariedad en la relación, por eso hay tanta promiscuidad en el ambiente homosexual. Hay un vacío que jamás se llena, y ustedes ya lo vieron con mi experiencia personal. Yo crecí con muchos traumas y carencias, todo lo que les estoy contando son traumas, y esos traumas van generando síntomas, entre ellos mi codependencia. Yo buscaba llenar ese vacío masculino con otro hombre, pero el otro hombre estaba igual de mal o peor que yo”.

Wal expresó que con el tiempo aprendió que ese vacío no es para llenarlo con otra persona, y que solo lo podía llenar con el amor a sí mismo y con el amor a Dios, en su caso que es creyente, así lo piensa.

Así pasó el tiempo y a los 25 años se llegó a preguntar qué estaba haciendo con su vida. En esta época tuvo una experiencia fuerte de Dios. Fueron pasando los años hasta que empezó a preguntarse si esa vida era para él, así lo comentó: “¿Y si realmente yo no nací homosexual?”. Él siempre había pensado que algo había provocado su AMS, así que empezó a buscar información en internet. Encontró libros de Richard Cohen, Joseph Nicolosi y Gerard van den Aardweg, que son psicólogos que en general decían que ciertos traumas llevan a desarrollar AMS, y que si esos traumas se tratan y reprocesan, puede haber cambios. Wal comentó que hoy estas afirmaciones causarían muchas críticas, pero a él no le causó ningún conflicto. “Fue entonces que entendí que yo nací heterosexual, pero que desarrollé esa atracción o que la atracción hacia el mismo sexo se desarrolla, se tiene”. 

Continuó: “Muchos años después, hace apenas un año o dos, entendí que no es una identidad, que mi identidad no es homosexual, y si se dan cuenta, ¿qué es lo que muchos dicen ahorita? Que es el ‘mes del orgullo gay.’ Esa es la identidad de esas personas. ¿Y qué implica eso? Pues que te atrapen de por vida. Yo estuve en esa misma trampa. Pero ya después entendí y dije ‘ah, entonces yo no soy homosexual, más bien tengo atracción hacia el mismo sexo pero yo soy esencialmente heterosexual, esa es mi identidad real, como Dios me creó’. Tengo que hablar de Dios porque creo en Él”. 

Wal comentó que luego de algunos años de intentar algunas terapias que lamentablemente no le funcionaron, en 2017 dio con un terapeuta (que es el que tiene actualmente) con el que inició el proceso de la denominada terapia reintegrativa, que no busca quitar la homosexualidad sino más bien se enfoca en reprocesamiento de traumas. Pudo por fin sanar ciertos aspectos de la relación con su papá, fue capaz de perdonarlo e incluso de estar cerca de él hasta el final de su vida. 

Hoy Wal está viviendo una nueva vida en la que ya se puede relacionar con los hombres sin que se le despierte el deseo de relacionarse con ellos de manera romántica, se siente más fuerte y está aprendiendo a asumir responsabilidades y tomar decisiones, entre muchos otros aspectos. Reconoce que por 20 años vivió una vida que no tenía que vivir, la vida homosexual, por la cual no culpa a nadie pero reconoce que tuvo consecuencias negativas. Ha pasado ya 4 años en esta terapia y nos comparte que ha sido un duro trabajo personal pero que ha valido la pena. Hoy ya siente deseos de tener una familia, una esposa e hijos y eso lo ilusiona. 

Como ves el testimonio de Wal es fuerte, pero es una experiencia de vida que puede servir a muchas personas que como él en el pasado, ya se dieron cuenta o se están dando cuenta de que el estilo de vida homosexual no los llena. Wal es el ejemplo vivo de que la vida no está predeterminada, que es posible cambiar y que siempre puede haber un camino para hacer ese cambio.

Si quieres ver la plática completa de Wal, puedes hacerlo en el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=g8HZP4OK-D4&t=325s

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