El 10 de febrero el obispo Rolando Álvarez Lagos, de Matagalpa, Nicaragua, fue condenado a 26 años de prisión, pena que le fue impuesta por el gobierno de ese país. Ese mismo día iba a ser deportado a Estados Unidos junto con otros 222 presos políticos. El obispo no quería abandonar Nicaragua sin antes poder hablar con sus compañeros obispos y sacerdotes. Esta petición le fue negada y al parecer fue lo que ocasionó que se lo llevaran preso y lo condenaran [1].
El obispo Álvarez fue sentenciado por el delito de “traidor al país” y de otros falsos cargos, probablemente por tener una postura crítica contra el régimen del presidente Daniel Ortega. El obispo también fue inhabilitado de forma definitiva “para ejercer cargos públicos en nombre o al servicio del Estado de Nicaragua”, y además, se le quitó la nacionalidad nicaragüense [2].
Es indignante que ocurran este tipo de actos contra personas que expresan abiertamente sus opiniones y denuncian las injusticias, como el obispo Álvarez. Esperamos que la comunidad internacional ejerza presión y pueda influir de alguna manera para lograr que el obispo sea liberado.
ConParticipación
Fuentes:
[2] Ibíd.