En Estados Unidos y en otros países como Reino Unido, cada vez más padres de familia se encuentran con una sorpresa: al pasar a la adolescencia, de manera sorpresiva, sus hijos o hijas les comunican que han decidido “identificarse” del sexo opuesto. Recientemente en Estados Unidos se ha suscitado un debate a raíz de un estudio sobre disforia de género que publicó la Brown University School of Public Health. El estudio se titula “Disforia de género de aparición repentina en adolescentes y adultos jóvenes: un estudio de encuestas a padres de familia” (“Rapid-onset gender dysphoria in adolescents and young adults: A study of parental reports”); su autora es la Dra. Lisa Littman, experta en medicina preventiva general, salud pública, obstetricia y ginecología. La investigación de la Dra. Littman reúne los resultados de una encuesta de 90 preguntas aplicada a 256 padres de familia con hijos adolescentes que han mostrado una disforia de género de aparición repentina.

Para entrar en el tema es necesario saber qué es la disforia de género. La última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), conocido como DSM-5, editado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA por sus siglas en inglés), señala que la disforia de género es “una marcada incongruencia entre el sexo que uno siente o expresa y el que se le asigna, de una duración mínima de seis meses”, y según esta publicación esta incongruencia debe manifestarse por al menos dos características, tales como incongruencia entre el sexo que la persona siente o expresa y sus caracteres sexuales primarios o secundarios, o un fuerte deseo por desprenderse de dichos caracteres sexuales, o bien el deseo de ser de un sexo diferente “del que se le asigna” a la persona, entre otras características [1].
De entrada la definición del DSM-5 nos hace cuestionarnos varios puntos: ¿acaso el sexo “se asigna”? ¿Acaso en los ultrasonidos el sexo del bebé era un espejismo? En la definición se nota una influencia de la ideología de género, que plantea que una persona puede decidir ser hombre o mujer, sin importar si ha nacido del sexo femenino o masculino. Es necesario por tanto aclarar este punto. El sexo se define desde la concepción, nadie lo asigna. El óvulo y el espermatozoide son células que contienen 23 cromosomas cada uno (en lugar de 46, como el resto de nuestras células); al unirse forman el cigoto, que tiene 46 cromosomas, los cuales se reconstituyen en pares. El par 23 es el que determina el sexo del bebé: si el par 23 está formado por XX, será niña, si es XY será niño.
Aclarado el punto de la definición del sexo, continuemos explicando la disforia de género, pero ahora, en los niños. Según el DSM-5 esta condición en los niños se define de una manera «más concreta y conductual que las de adolescentes y adultos» [2], esto es, que algunos de los criterios de diagnóstico para la disforia de género en los niños se refieren a comportamientos que están asociados estereotípicamente con el género opuesto, como por ejemplo, preferencia por juguetes, juegos o actividades que típicamente se ven en el otro género [3]. Es importante saber que “la ciencia ha mostrado que los temas de identidad de género en los niños usualmente no persisten en la adolescencia o en la adultez, y hay muy poca evidencia científica del valor terapéutico de los tratamientos de retraso de la pubertad” [4]. Este dato y su relevancia lo comentaremos más adelante.

Ahora vamos con el tema que ha suscitado la controversia. La Dra. Lisa Littman, autora del estudio sobre disforia de género de aparición repentina (Rapid-on set gender dysphoria, o ROGD por sus siglas en inglés), es una de las primeras investigadoras en documentar científicamente observaciones relacionadas con el incremento de adolescentes que súbitamente se han identificado como del sexo opuesto con el que nacieron, durante o después de la pubertad. En su estudio, la Dra. Littman describe la ROGD como un tipo de disforia de género que se ha observado comienza repentinamente durante o después de la pubertad en un adolescente o un adulto joven que no había presentado disforia de género en la infancia. En el estudio se observó que papel del contagio social y de pares es muy importante en el desarrollo de esta condición [5].

Algunos de los resultados del estudio se muestran a continuación.

Estados Unidos y la ruleta rusa

La Dra. Littman y otros autores distinguen diferentes tipos de disforia de género que ocurren en niños y adolescentes [6]:
1. Aquella que se caracteriza porque sus síntomas inician en la niñez temprana (early-onset GD o también denominada childhood-onset GD.)
2. Aquella que se caracteriza porque sus síntomas inician después de la pubertad (late-onset GD). De este mismo tipo deriva la que ocurre durante la adolescencia (adolescent-onset GD).
3. La ya mencionada ROGD, que se presenta generalmente en niñas adolescentes y se caracteriza por la edad y la rapidez de su inicio.
Distinguen también otro tipo de disforia denominada autoginofilia (autogynephilic gender dysphoria), que ocurre solo en varones, generalmente se da en adultos y se presenta de manera gradual. Se asocia con la tendencia de ser sexualmente excitado por el pensamiento o la imagen de sí mismos como mujeres [7].
¿Qué está ocurriendo actualmente en Estados Unidos en relación a la disforia de género? El tratamiento que sugiere la APA, además de la terapia psicológica, incluye hormonas para cambio de sexo, supresión de la pubertad y cirugía de “reasignación de género” [8], que en realidad es una cirugía para cambiar de sexo. Ante esto nos preguntamos qué pasa a la hora de que un niño o adolescente presenta esta condición. Hay muchos puntos preocupantes, especialmente en los relacionados a las “soluciones” que involucran alterar el cuerpo.
A partir de los resultados del estudio de la Dra. Littman podemos concluir que sería muy arriesgado hacer un diagnóstico a la ligera de una condición que tal vez tenga otras raíces, tales como trastornos de salud mental o la influencia de compañeros o amigos que manifiestan ser transexuales, aunado esto a la propaganda de la transexualidad.
¿Tomar hormonas es una decisión de un adolescente por lo que siente? ¿Es una moda? ¿Se puede tomar a la ligera el riesgo de consumir hormonas que implican graves riesgos a su salud? ¿Podrá afrontar las consecuencias de “decidir” mutilarse por medio de una cirugía que anula la dimensión reproductiva de su sexualidad? Las respuestas a estas preguntas forman parte del debate.

Fuentes:
[1] DSM-5.
[2] DSM-5.
[3] https://www.thenewatlantis.com/publications/part-three-gender-identity-sexuality-and-gender#gender_dysphoria
[4] Ibíd.
[5] https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0202330#abstract0
[6] Ibíd.
[7] https://4thwavenow.com/2017/12/07/gender-dysphoria-is-not-one-thing/
[8] https://www.psychiatry.org/patients-families/gender-dysphoria/what-is-gender-dysphoria