Gabriela Polo Herrera, directora de Políticas de Prevención y Atención de Violencias del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna), adscrita a la Secretaría de Gobernación, dijo que la crianza positiva tiene como principio que se reconozca la dignidad de la niñez y de la adolescencia así como promover el desarrollo de su autonomía progresiva. Lo anterior lo expresó en la “Mesa de Diálogo: crianza positiva y buen trato a niñas, niños y adolescentes”, evento organizado por la Comisión de Fomento de las actividades de las Organizaciones de la Sociedad Civil de la Secretaría de Bienestar [1].
También expuso que la crianza positiva “implica el reconocimiento de que este grupo poblacional (los niños y adolescentes) no son propiedad privada de sus familias y que sus derechos no derivan de la buena voluntad ni de la decisión de las personas adultas, sino de que son personas, titulares de derechos” [2]. Sin embargo, esta argumentación considera a los padres de familia como si fueran los enemigos de sus hijos, cuando en realidad es justamente lo contrario: son los primeros interesados en su bienestar y primeros responsables de su educación.
Una cosa es reconocer la autonomía progresiva y que los hijos no son propiedad de los padres, pero otra que bajo el argumento de los derechos de los niños se arrebate a los padres la autoridad y responsabilidad como primeros educadores de sus hijos. La relación de padres e hijos no es de propiedad sino de corresponsabilidad familiar.
ConParticipación
Fuentes:
[2] Ibíd.