Hoy quisiera contarte algo que es realmente asombroso y a la vez misterioso para la ciencia. ¿Sabías tú que el diálogo molecular entre la madre y su bebé empieza en el momento mismo de la fecundación? Así es, la comunicación entre ellos inicia en ese instante ya que el cuerpo de la madre se prepara para recibir a su bebé y a su vez, el hijo o hija se prepara para habitar dentro del vientre de su madre durante el tiempo de gestación, aproximadamente nueve meses.

Hay estudios que han demostrado el intercambio que ocurre entre la madre y su bebé a partir de la fecundación del óvulo para lograr el proceso de implantación en el útero de ella. Un estudio realizado por la Universidad de Buenos Aires demuestra y explica este proceso, sin embargo, menciona que aún es un misterio que sigue analizándose. Al respecto, dicho estudio establece:

La implantación embrionaria es una secuencia de interacciones bioquímicas y físicas entre el embrión y el útero, que lleva a la formación de un contacto celular íntimo y especializado entre el trofoblasto embrionario y el endometrio materno. Dicho evento representa el paso más crítico del proceso reproductivo en muchas especies. Es considerado el único fenómeno biológico por el cual el embrión en estadio de blastocisto se conecta íntimamente a la superficie del endometrio materno para formar la placenta que proveerá una interfase entre el feto en desarrollo y la circulación materna…” [1].

“La implantación es un proceso progresivo y versátil en el que el blastocisto se aposiciona, adhiere y, finalmente, invade la superficie subyacente del endometrio. Resulta evidente que tal proceso requiera de una preparación previa, tanto del endometrio que va a recibir al embrión durante la ‘ventana de implantación’ como del embrión que será recibido por el endometrio. El desarrollo sincronizado del embrión al estadio de blastocisto y la diferenciación del útero hasta hacerse receptivo, son críticos para este proceso. Para ello, se debe establecer una ‘comunicación cruzada’ entre los tejidos maternos y fetales; dicha comunicación entre el endometrio materno y el embrión durante este proceso es muy compleja y sus detalles no se conocen aún. La implantación involucra respuestas inflamatorias y por lo tanto se requiere una asociación e interacción entre mediadores de estas respuestas, tales como prostaglandinas, quemoquinas y citoquinas. El balance adecuado en tiempo y espacio de las moléculas que participan en el diálogo materno – embrionario durante la implantación, entre ellas citoquinas Th1/Th2, es crucial para el desarrollo de un nuevo individuo” [2]. Esto quiere decir que de la conexión o diálogo entre madre y bebé, depende el que el embrión logre implantarse e incluso existe una ventana de tiempo determinada para que esto suceda.

Por otra parte, Melisa Institute es un centro de investigadores que se dedican al estudio de “las causas que intervienen en la salud materna, embrionaria y fetal desde una perspectiva epidemiológica y biológica” [3]. Para este instituto es prioritario estudiar “el diálogo molecular entre la madre y el embrión humano desde la fecundación hasta los primeros 14 días de vida” [4]. Ellos explican el porqué de la importancia de hacer este análisis:

“Surge de la convicción que el embrión humano al igual que la madre es un paciente y por tanto el quehacer biomédico debe propiciar una mejor salud para ambos. Para ello hemos desarrollado un protocolo de investigación que ha sido aprobado por los organismos de ética de investigación locales… El estudio de la presencia de diferentes marcadores en el embarazo ultra-temprano, vale decir, en los primeros días o semanas después de la fecundación ha sido elusivo y poco explorado in vivo, dado la inherente complejidad de su investigación, no tan sólo científica sino también bioética. Los mecanismos de reconocimiento materno del embrión y la tolerancia inmunológica que éste induce desde su aparición en la trompa de Falopio, continúan siendo un enigma fascinante por resolver. En general, el momento de la fecundación y los primeros días de vida en la trompa uterina transcurren bajo un relativo velo de ignorancia tanto para la madre como para la gran mayoría de los clínicos. De hecho, la primera evidencia clínica certera de un embarazo en curso, sólo se obtiene después de la implantación del embrión en el útero, durante la segunda o tercera semana post-concepción, a través de la ausencia de reglas y presencia de niveles detectables de beta hCG en la circulación materna” [5].

Conocer in vivo el comportamiento molecular del embrión y la interacción entre la madre y el hijo/a, en nuestro modelo de investigación, nos permitiría la identificación de la presencia embrionaria ultra temprana (antes de la implantación), sin alterar, manipular o intervenir su ambiente natural, posibilitando el avance del conocimiento de la fisiología embrionaria y fetal, potenciando de esta manera el desarrollo de un paradigma de medicina materno-embrionaria. La determinación de la expresión, presencia y concentración de biomoléculas en diferentes tipos de muestras biológicas podrían informar además sobre el pronóstico del embarazo y riesgo de enfermedades que pudieran afectar al embrión o a su madre” [6].

Como puedes ver, desde la fecundación, tanto madre e hijo o hija ya tienen una interacción en la que el o la bebé busca ser acogido/a por su madre, y asimismo, ella busca acoger a su bebé. Los dos lo hacen a través de los cambios químicos y biológicos que suceden en sus organismos, sin darse cuenta siquiera. En otras palabras, el hijo o hija quiere aferrarse a la vida y a su vez la madre quiere protegerlo/a. ¡El inicio de la vida es maravilloso! Sigamos defendiendo la protección del derecho a la vida.

ConParticipación.

 

Fuentes:

[1] https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=86370202
[2] Ibíd.
[3] http://www.melisainstitute.org/es/quienes-somos/
[4] http://www.melisainstitute.org/es/novedades-el-dialogo-madre-hijo-durante-la-vida-embrionaria-una-tarea-cientifica-fascinante/
[5] Ibíd.
[6] Ibíd.