En un debate en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), un grupo de veintiún delegaciones entre los que se encuentran Egipto, India y Nigeria, se mostraron en contra de las «tácticas y tergiversaciones» que los países occidentales han usado para imponer «nuevos derechos humanos» que están relacionados con políticas sociales controvertidas [1]. Recordemos que aunque pueden declararse nuevos derechos humanos, estos no pueden ir en contra de los ya establecidos ni de la dignidad humana.
Lo anterior surge de que Kimihiro Ishikane, embajador de Japón y David Francis, ministro de Asuntos Exteriores de Sierra Leona, presentaran una resolución de la Asamblea General de la ONU que incluía un párrafo que sugiere que el aborto es «un derecho humano», además de incluir otros términos controversiales que las agencias de la ONU usan para promover la homosexualidad y la transexualidad [2]. Pero el aborto no puede ser un derecho humano pues atenta contra el primer derecho humano fundamental, que es el derecho a la vida.
Muchos delegados de todo el mundo se opusieron a la idea de que el «acceso al aborto seguro» es un «derecho humano» y de que las políticas de género promuevan la homosexualidad y la transexualidad. Aunado a lo anterior, acusaron a quienes facilitaron y patrocinaron las negociaciones de esta resolución indicando que no tomaron en cuenta las opiniones de todos los Estados miembros [3].
Los derechos humanos no son otorgados por el Estado, sino que son más bien garantías que deben ser reconocidas a todas las personas por el hecho de ser personas. No existe el «derecho al aborto», existe el derecho a la vida, a partir del cual existen los demás derechos universales. El intento de introducir el aborto como un «derecho humano» es una manipulación y una imposición.
ConParticipación
Fuentes:
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.