¡Bienvenido querido lector! Hablar del entretenimiento tomando como ejemplo el programa La Casa de los Famosos no pretende ser una espada de doble filo que te anime a engancharte a ver esta serie de televisión, más bien es una invitación a que mires este suceso mediático —así como otros— con una mirada crítica. Queremos incentivar a la reflexión sobre el consumo de este tipo de entretenimiento, y poner sobre la mesa algunas líneas para hacerlo.

Tocaremos brevemente los temas de privacidad ligada a la salud mental, así como la disyuntiva entre entretenimiento y conciencia social. 

La invasión a la privacidad: consecuencias éticas y en la salud mental 

En la era digital, la privacidad se ha convertido en un lujo. Los participantes de La Casa de los Famosos son observados las 24 horas del día, sin la posibilidad de escapar del ojo público. Cada conversación, cada reacción y cada emoción son capturados y transmitidos para el entretenimiento de millones de personas.

Esto no solo plantea cuestiones éticas sobre la invasión de la privacidad, sino que también tiene un impacto directo en la salud mental de los participantes. La Dra. Ana María Arizti, en una entrevista concedida a MSV Noticias, analizaba desde un enfoque psicológico el universo de La Casa de los Famosos. Señaló que los programas de este tipo, que se vuelven tan populares,  pueden influir negativamente en la percepción de lo que es aceptable. En cuanto a algunas escenas que se han visto en este programa señaló: “La violencia no es permitida, eso debe ser cero», y añadió: «vemos que ‘es normal’ ofender a una mujer, difamar, hacer sentir mal a alguien». Es decir, tomando como base el análisis de la Dra. Arizti, hay que ser capaces de darnos cuenta de que lo que ocurre dentro de esa casa no es la realidad, por lo menos, no es socialmente aceptable burlarse de las personas o humillarlas, mucho menos es moralmente aceptable. 

Otra consecuencia de la invasión de la privacidad, es que los participantes están constantemente preocupados por cómo serán percibidos por el público, y así es difícil encontrar un momento de paz o relajación. Pero los efectos no se limitan a los participantes. Como espectadores, también estamos siendo afectados.

Al consumir contenido que glorifica la invasión de la privacidad, estamos normalizando esta práctica en nuestras propias vidas. Nos acostumbramos a la idea de que es aceptable invadir la privacidad de los demás, lo que llevado a un extremo podría ocasionar comportamientos problemáticos en nuestras interacciones diarias.

¿Qué pasará cuando seamos nosotros los expuestos? ¿Estaremos dispuestos a sacrificar nuestra privacidad por unos minutos de fama o entretenimiento?

La disyuntiva entre entretenimiento y conciencia social

Mientras nos distraemos con los dramas y controversias de La Casa de los Famosos, los problemas más urgentes y reales quedan en segundo plano. La educación, la inseguridad, la pobreza y otros temas cruciales para nuestra sociedad son relegados y no se les da la prioridad que tienen, eclipsados por las últimas noticias sobre quién dijo qué dentro de la casa.

Este fenómeno no es exclusivo de México; es un patrón que se repite en todo el mundo. Los medios de comunicación han encontrado en los reality shows una fórmula rentable, pero a costa de distraer a la audiencia de los verdaderos problemas que enfrentamos. Sin embargo, no podemos culpar únicamente a los medios. Como consumidores, también tenemos responsabilidad. Cada vez que elegimos ver un reality show en lugar de informarnos sobre temas importantes, estamos tomando una decisión sobre cómo queremos que sea el mundo.

¿Queremos ser una sociedad que se preocupa más por los chismes de celebridades que por la educación de los niños o la seguridad de nuestras comunidades?

En ConParticipación creemos que la clave aquí es desarrollar una visión crítica sobre el contenido que consumimos. No estamos diciendo que hay que dejar de ver reality shows por completo, sino más bien que debemos ser conscientes de su impacto y de equilibrar nuestro consumo de entretenimiento con contenido que nos informe y enriquezca.

¿Qué tipo de contenido queremos consumir?

En última instancia, lo que consumimos define quiénes somos. La Casa de los Famosos y otros programas similares no desaparecerán de la noche a la mañana, pero eso no significa que debamos aceptarlos sin cuestionar. Podemos elegir ser consumidores más críticos y responsables, optar por contenido que respete la privacidad, promueva la salud mental y fomente valores positivos.

Esto no significa que debamos renunciar al entretenimiento. El entretenimiento es importante y necesario, pero debemos asegurarnos de que lo que elegimos ver no vaya en contra de nuestros valores o bienestar.

Si decidimos apoyar contenido que construya en lugar de destruir, estaremos contribuyendo a una cultura más saludable y respetuosa. No se trata solo de lo que vemos en la televisión o en las redes sociales, sino de cómo esos contenidos influyen en nuestras vidas y en la sociedad en general.

Es momento de tomar responsabilidad sobre el contenido que consumimos. Los medios de comunicación tienen un poder inmenso para moldear nuestra percepción del mundo, pero como consumidores, también tenemos el poder de elegir qué apoyar y qué rechazar. Al optar por contenidos que respeten la privacidad, promuevan el bienestar y fomenten valores positivos, no solo nos beneficiamos individualmente, sino que también contribuimos a una cultura más ética y empática.  

El entretenimiento no tiene que ser destructivo. Podemos disfrutar de contenido que nos entretenga sin sacrificar nuestros valores, ni nuestra salud mental. Lo que consumimos no solo nos define a nosotros, sino también a la sociedad en la que vivimos. Es hora de construir en lugar de destruir. Es hora de tomar conciencia y participar, también en este aspecto, para tener una mejor sociedad. 

ConParticipación

Fuente:

[1] https://mvsnoticias.com/entrevistas/2024/8/9/que-pasa-en-la-casa-de-los-famosos-conoce-el-analisis-de-la-dra-ana-maria-arizti-651747.html