Ya se acerca el 10 de mayo y es necesario que hablemos del gran regalo que son las madres. Primero que nada, queremos agradecer a todas el que hayan dicho sí a la vida, así como reconocer su entrega y amor incondicional. El Día de las Madres es un día para valorarlas y festejarlas. Si tú que lees este artículo eres madre, recibe nuestras más sinceras felicitaciones. Te deseamos muchas bendiciones en este día tan especial. 

Siempre hay una oportunidad para agradecer lo que una madre ha realizado por nosotros y esta es una de ellas. Gracias primeramente por habernos dado la vida, por cuidarnos cuando éramos más vulnerables. Gracias por esas eternas noches en vela alimentándonos, cambiándonos, cuidándonos cuando estábamos enfermos. Gracias por acompañarnos a lo largo de nuestra vida escolar, por brindarnos seguridad ante las situaciones que nos causaban temor o inseguridad. Gracias por aguantarnos en la adolescencia, por soportar nuestros cambios de humor y la rebeldía propia de la edad. Gracias por estar con nosotros también en la vida adulta, por ser las mejores consejeras, por ser nuestro paño de lágrimas. Habría tanto más que agradecerles que nunca terminaríamos.

Ciertamente, la experiencia de ser madre es una de las más enriquecedoras en la vida de una mujer. La maternidad es parte de su ser, y el desarrollarla le da plenitud. Lo que es realmente admirable es que las mujeres que son madres desarrollan capacidades y habilidades que muy probablemente no conocerían si no lo fueran.

Muchas veces se mitifica a las madres y se considera que tienen algún “don” o “súper poder especial” para desempeñar su rol. Lo cierto es que son mujeres comunes que aceptaron el reto de traer una nueva vida al mundo, de cuidarla y protegerla cualquiera que fuera la situación en la que se encontraran. Esto quiere decir que ellas no superaron primero sus defectos, limitaciones, enfermedades o problemas emocionales para luego decidir ser madres, sino que de entrada aceptaron el reto, muchas de ellas, en medio de grandes dificultades. 

Un ejemplo de ello es una madre que nos contó que es abogada de profesión pero el tener un hijo con autismo la llevó a dar un giro completamente diferente a su vida. Ella decidió estudiar una maestría en trastornos del espectro del autismo para entender la discapacidad de su hijo, ya que le parecía muy difícil comprenderla en aquel momento. Después estudió psicología para ahondar más en el misterio de la mente humana y ayudar a las personas. Ahora ejerce como psicóloga además de intervenir directamente en las terapias de su hijo. Ella nos confiesa además que si no hubiera sido por su hijo discapacitado, jamás se hubiera dado cuenta de que le gustaba la psicología y ni siquiera le hubiera pasado por la mente estudiarla. Nos compartió que, al contrario de lo que pudiera pensar mucha gente, el tener a un hijo con una discapacidad no solo no la limitó en su desarrollo profesional, sino que la llevó a descubrir otra profesión que le gustó mucho.

Vemos que en nuestra sociedad actual ejercer la maternidad es un reto, especialmente para la mujer que trabaja. Aunque existen ciertos apoyos y políticas públicas a favor de las madres, aún hacen falta más ayudas que les faciliten desempeñar su rol. La función de una madre es la de cuidar la vida y el desarrollo sano de sus hijos desde su gestación, y hacer frente a los retos propios que implica el velar por la vida de un hijo al nacer. Si trabaja requerirá de apoyo para el cuidado de sus hijos mientras desempeña su labor. Sin embargo, este apoyo en muchos casos no existe o es insuficiente. Hacen falta más guarderías y redes de apoyo institucionales que cubran esa necesidad. En muchos casos también sucede que a pesar de tener a su lado al padre de sus hijos, muchas madres no cuentan con el respaldo de él para su cuidado y para las labores del hogar. Muchas mujeres entonces se ven obligadas a abandonar su trabajo aún necesitándolo, y esto se agrava cuando la mujer es el único sostén de su hogar.

A pesar de que en la sociedad por lo general se reconoce el gran valor de las madres, en la actualidad también existe una tendencia que considera a la maternidad como un obstáculo para el desarrollo personal y profesional de la mujer. Muchas veces se cree que, si una mujer es madre, tendrá una gran limitante para crecer en la vida laboral. Por otro lado algunos grupos incluso ven la maternidad como una “esclavitud” de la cual debe liberarse la mujer. Esta idea ha permeado en las generaciones de mujeres jóvenes de manera que muchas de ellas, aún las que deciden casarse, consideren mejor no tener hijos y enfocar su vida al desarrollo profesional. Quizá esta situación cambiaría si hubiera suficiente apoyo social para la maternidad y se le diera el justo valor que le corresponde.

De hecho la escritora y periodista española Esther Vivas señala en uno de sus libros que [1]:

“Es necesario reivindicar a las madres como sujetos activos con capacidad de decisión, al mismo tiempo que se debe valorar y visibilizar todo aquello que tiene que ver con la experiencia materna, desde el embarazo, pasando por el parto hasta el posparto y la lactancia. No se trata de tener una mirada mística de la maternidad sino darle el valor que tiene y le ha sido negado”. 

Revalorar la maternidad incluye no solo reconocer el trabajo de todas las mamás, sino también cambiar nuestra mirada a nivel sociedad. Por ejemplo, en los centros de trabajo, comprender más a una madre que ha llegado tarde porque su hijo tenía fiebre, o pide flexibilidad de horario para combinar su trabajo con su papel de madre. Tomar conciencia de lo difícil que es a veces para una mamá que va por la calle controlar un berrinche de su hijo. Respetar la decisión libre de las mamás que quieren quedarse en casa a cuidar a sus hijos y no trabajar. También respetar la decisión de las que por necesidad –o por gusto– optan por desarrollarse en el ámbito laboral. Comprender y dar apoyo a las madres que tienen hijos con discapacidad, y que a veces encuentran muchos obstáculos en las instituciones educativas para que se admita a sus hijos. Es necesario tener una sociedad más comprensiva con las madres y que aprenda a ver la maternidad como un bien para la misma sociedad.

Celebremos a nuestras madres y valoremos su esfuerzo. Ellas no son “mujeres maravilla” sino mujeres de carne y hueso que han aprendido a ser madres, muchas veces a pesar de la carencia de apoyo. A todas ellas nuestro reconocimiento por su hermosa labor. ¡Muchas felicidades!

ConParticipación

Fuente:

[1] https://www.cuerpomente.com/nos-inspiran/entrevista-esther-vivas-mama-desobediente-se-trata-madres-como-enfermas_5261