En el presente artículo, te compartiremos algunos comentarios sobre la charla que Marcial Padilla, director de ConParticipación, tuvo con Agustín Laje, experto en política sobre el progresismo. El tema sobre el que hablaron fue “El panorama del progresismo en América Latina”.

Al hablar del progresismo nos referimos a una corriente política y cultural que toma algunas banderas sociales (como la libertad o la igualdad) para romper la estructura social, producir conflictos y resentimientos entre grupos (por ejemplo, la mujer contra el hombre), crear un estado hegemónico y desvincular los principios éticos de las relaciones entre los ciudadanos, como las relaciones familiares, la solidez del matrimonio o el afecto madre-hijo. Quienes apoyan esta corriente con frecuencia se oponen a la libertad religiosa y su presencia social. Todo esto lo realizan con base en silogismos y razonamientos aparentemente lógicos que confunden a las personas.

El progresismo no busca la libertad o la igualdad, sino que usa esas banderas para sus fines, que se orientan a alcanzar el control sobre la sociedad.

En la conferencia se recorrió el panorama actual del progresismo en algunos países de Latinoamérica. Nuestro director, Marcial Padilla, comenzó la entrevista a Agustín ofreciendo un repaso del contexto regional. Mencionó que por ejemplo, en Chile, están iniciando los trabajos para redactar la nueva constitución del país en medio de violencia; Perú vive en el filo de la navaja después de unas elecciones presidenciales muy conflictivas; también existe una situación económica complicada en Argentina, Colombia, Venezuela y México. Todo como parte del escenario del progresismo en América Latina.

Agustín Laje dijo que se está viviendo una especia de contraofensiva; comentó que los primeros 15 años de este siglo, América Latina estuvo bajo un experimento izquierdista. Expresó que el socialismo del siglo XXI sufrió un revés a partir del año 2015, ya que desde ese año y hasta el 2019 ha habido una contraofensiva del centro derecha. Con lo que no contaba este centro derecha era con el enorme poder de la izquierda cultural y sus nuevos rostros. Así, por ejemplo, en un inicio en el Foro de San Pablo, no tenían la misma relevancia las agendas LGBT, feminista o indigenista, pero en años recientes se empiezan a ver los frutos de esa lucha cultural y la izquierda comienza a alcanzar victorias políticas. 

Al hablar de Colombia, Laje comentó que el presidente Juan Manuel Santos llevó a cabo un proceso de paz que, con tal de dar fin a la violencia, incorporó legitimar la guerrilla y les garantizó a sus miembros espacios en el parlamento. Quedó preparado el terreno para que el progresismo usara alguna excusa para desestabilizar y buscar que se derrocara –sin lograrlo– al gobierno de su sucesor, el presidente Iván Duque. De ahí surgieron las revueltas que han sacudido a Colombia y que afectaron la economía, que ya estaba sufriendo grandes consecuencias por la pandemia. Estas manifestaciones de protesta no ayudaron al país, lo dañaron, porque el movimiento de izquierda no estaba buscando una solución a una causa justa sino tomando como excusa un malestar para desestabilizar. Lo mismo le pasó a Piñera en Chile cuando aumentó el costo del metro.

Laje explicó que en el caso de Chile, desde hacía más de una década, se contaba con una cultura de legalidad y prosperidad económica, todo funcionaba correctamente. ¿Por qué, entonces, destruir un país? Era un contragolpe a ciertas posiciones de centro derecha. Chile era un objetivo clave del progresismo porque demostraba que las propuestas económicas de la derecha eran mejores que las de la izquierda: la pobreza descendió y había oportunidades para hacer negocios.

En cambio las políticas de izquierda implementadas en Venezuela han llevado a ese país al colapso económico. A pesar de ser un productor de petróleo, no tiene oportunidades para hacer negocios y resulta que hay cada vez más pobreza. Por eso Chile era un punto estratégico. La izquierda chilena tomó como pretexto la desigualdad social –que era reducida en Chile, comparada con otros países de la región– y fue sembrando resentimientos sociales en los temas sexuales, en los asuntos relacionados con las mujeres y también contra la familia. Se generó una fuerza de frustración social y de rencor social. Ese resentimiento llevó a revueltas y al proceso actual de redactar una nueva constitución.

Agustín Laje explicó que de acuerdo con la izquierda, no puedes escapar a la represión: si eres mujer y tienes esposo estás oprimida porque tienes esposo, y si no lo tienes estás oprimida porque no lo tienes. Siempre vas a encontrar el lado oprimido, según la izquierda. Laje comentó que la sustancia de la ideología es dinámica, se puede modificar para acomodarla a ciertos propósitos, que en este caso es poner en conflicto el entramado social.

Se habló también del caso de Venezuela en donde el chavismo destruyó toda lógica en la economía, en donde el precio de la gasolina era más barato que la propina que se le daba al despachador. Laje considera que es un régimen que parece no tener solución pacífica. En su opinión el régimen de Venezuela refleja un poco una situación de matar o morir. La salida para ese país no es la democrática porque no hay democracia. Y si fuera así se comportaría conforme a lo que imponga la agenda global.

Al hablar de Argentina, Laje comentó que su país tendrá elecciones en el mes de octubre aún en el marco de la pandemia. Dijo que este gobierno ha llevado la peor gestión del mundo, las cuarentenas más estrictas y más largas –mencionó que, por ejemplo, no se puede salir después de las 7 de la tarde–, pero aún así se tiene una de las tasas de mortalidad más altas del mundo. La aplicación de la vacuna ha sido desastrosa, llena de corrupción. Comentó que el gobierno tendría que pagar en las urnas el desastre que ha hecho con la pandemia. La inflación actual está por encima del 48.8%.

Explicó también que a las izquierdas se les hace fácil sortear las malas gestiones porque son maestros del relato y porque en el último momento ellos tienen un as bajo la manga: o reparten bonos de comida, o manejan a sus punteros para acomodar los votos, o simplemente hacen fraude, compran a la prensa, etc.

En México, Laje menciona que las victorias electorales de Morena -y de Movimiento Ciudadano en dos estados- reflejan también los pasos del progresismo en México. En este momento de la conversación, Laje y nuestro director, Marcial Padilla, intercambiaron diversos caminos para balancear este panorama. Concordaron en que probablemente serían necesarias dos vías: una que diera una presencia real a la agenda anti-progresista en un partido, y otra que dé peso a los principios personalistas en todos los partidos políticos (algo similar a lo que hizo el feminismo, que incorporó la perspectiva transversal de género como política pública). En opinión de Laje las combinaciones entre partidos de izquierda y de derecha han dividido a la gente.

Nuestro director, Marcial Padilla, dijo que, en su opinión, no existe el partido feminista, ni generista, ni abortista, porque no ha sido necesario, ya que todas estas corrientes han logrado dar peso a su agenda en todos los partidos. Laje añadió que lo que ha pasado es que se ha generado una batalla cultural que se hace desde fuera de los partidos políticos a nivel de la sociedad civil a través de libros, conferencias, cursos, diarios, revistas, televisión, podcasts, etc. Con esto se muestra que donde hay comunicación hay batallas culturales. Agustín puso una analogía para mostrar la acción del progresismo. Si este fuera una pinza, tendríamos por un lado la parte cultural y por la otra la parte política. Si solo se toma el lado cultural de la pinza no aprieta, porque el gobierno puede terminar sin hacer nada, entonces también debe tomarse del lado político. Quien finalmente hace que se mueva la máquina es el poder político.

Te recomendamos que veas esta conferencia y escuches de primera mano la plática entre Agustín Laje y Marcial Padilla. Puedes verla al dar clic en la siguiente imagen:

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