Como recordarás en la primera parte de este artículo hablamos sobre la disforia de género, un trastorno en el que las personas sienten que su sexo no corresponde con el cuerpo que tienen. Decíamos que una de las formas en que se trata la disforia de género es el llamado enfoque afirmativo, en el que se “afirma” lo que la persona auto percibe sobre su género, sin importar su sexo. Sin embargo, este enfoque no tiene fundamento científico, y, además, pone en riesgo sobre todo a niños y adolescentes pues al abordar su problema de esta forma con frecuencia se les pone bajo tratamiento hormonal, lo cual puede tener efectos a largo plazo en su salud. 

En este artículo vamos a continuar compartiéndote acerca de la conferencia sobre DGIR (Disforia de Género de Inicio Rápido) de la que te hablamos en el blog anterior. Dicha conferencia se realizó en noviembre de 2021 y en ella participaron varios expertos en el tema [1]. La oradora principal fue la Dra. Lisa Littman, quien es autora del estudio “Informes de los padres adolescentes y adultos jóvenes que perciben signos de disforia de género de inicio rápido”, publicado en el 2018 [2]. La Dra. Littman realizó una presentación en la que describió dicho estudio y otro más titulado “Individuos tratados por disforia de género con transición médica y/o quirúrgica que posteriormente destransicionaron: encuesta a 100 personas que han desistido” publicado en 2021. 

En resumen, en el primer estudio de Littman publicado en 2018, se encuestó a 256 padres de familia que reportaron haber observado en sus hijos adolescentes y adultos jóvenes, una disforia de género de aparición repentina (rapid-onset gender dysphoria o ROGD por sus siglas en inglés). De los 256 la gran mayoría eran niñas adolescentes de una edad promedio de 16.4 años. El 62.5% de los adolescentes observados habían sido diagnosticados con al menos un trastorno de salud mental o discapacidad del desarrollo neurológico antes del inicio de su disforia de género. En el 47% de los casos los padres observaron afectaciones subjetivas en la salud mental de sus hijos, y en el 57% en la relación padres-hijo, desde que los menores expresaron “sentirse de otro sexo”. También se observaron comportamientos como dejar de pasar tiempo con sus amigos “no transgénero” y tratar de alejarse de sus familias [3].

En la conferencia la Dra. Littman explicó que hay dos corrientes de pensamiento a la hora de tratar a las personas con disforia de género.  Una de ellas considera a la identidad de género como innata e inmutable, algo que es propio del ser humano y, por lo tanto, cuando el sexo biológico no coincide con la identidad de género innata en esta corriente se piensa que lo indicado es la transición, y que retrasar ese proceso no es benéfico para la persona. Además, en esta corriente si la persona tenía una condición de salud mental preexistente, no toma en cuenta ese hecho, y es vista como el género que dice ser. No se busca hacer coincidir el sexo con la identidad, y hacer esto de hecho se considera dañino [4].

La otra corriente considera que existe un modelo evolutivo que puede explicar el aumento de jóvenes que se identifican como trans. Además, en este enfoque hay preocupación porque se observa una tendencia a recomendar que se haga rápidamente la transición, lo cual puede ocasionar que se pasen por alto condiciones importantes y se dé el tratamiento equivocado a algunas personas. Además, considera que la salud mental, la influencia social y política en la vida real como virtual, la homofobia, la misoginia y las dificultades propias de la pubertad, influyen en la idea de que las personas pueden cambiarse a sí mismas y evadir el sufrimiento en el que viven [5].

La Dra. Littman expuso que es posible que su trabajo sea criticado porque desafía el modelo de la transición rápida y también por la influencia de ideologías. Señaló que hay opiniones encontradas de parte de algunos expertos con respecto a sus investigaciones, pero que en general cree que son denigradas “por la falta de voluntad de escuchar información que desafía el modelo afirmativo de la identidad de género”, así lo expresó. Agregó: “Creo que el deseo de rechazar viene primero, y luego tratar de averiguar cómo rechazar”. La Dra. Littman concluyó su exposición reiterando que los cambios sorprendentes en las personas que buscan atención para la disforia de género alimentan su propia investigación y que el estado de las pruebas sobre la hipótesis de la DGIR es “cada vez más fuerte” [6].

Sobre el tema es importante considerar [7]:

  • En un artículo publicado en 2017 se expone que los estudios, al menos en el pasado, señalan que del 60 al 90% de los niños cuya disforia de género comenzó antes de la pubertad, se conformaron con su sexo de nacimiento sin necesidad de un cambio. Además, señala que esto podría haber cambiado últimamente debido a que la práctica clínica actual, motiva a las personas al cambio de sexo del género masculino al femenino (o viceversa) [8].
  • Las instituciones que se han dedicado a la investigación de la disforia de género en adolescentes concluyen que si inicia en la adolescencia es más complicada de manejar que la que inicia en la niñez, y que los individuos que presentan el primer tipo mencionado son más propensos a tener una psicopatología [9].
  • La APA se muestra de acuerdo y reconoce que los adolescentes con disforia de género deben ser “examinados cuidadosamente para detectar el surgimiento del deseo de reasignación de sexo en el contexto del trauma, así como también de cualquier trastorno (como esquizofrenia, manía, depresión psicótica) que pueda producir confusión de género. Cuando está presente, dicha psicopatología debe abordarse y tenerse en cuenta antes de apoyar la decisión del adolescente de continuar o no con la reasignación sexual o de ayudar al adolescente con la transición de género” [10].

En un reportaje de “Al descubierto”, canal noticiero sobre temas relevantes en EE. UU. y el mundo, se habló de los tratamientos transgénero para niños y adolescentes y presentó información en la que se considera que las niñas son un objetivo fácil para influir. Nicole Solas, quien es miembro del foro de mujeres independientes en EE. UU., declaró para este noticiero: “Las niñas odian su cuerpo en la pubertad. Esto es algo que se sabe de ellas, así que son un blanco fácil para cualquier que quiera manipularlas” [11]. Es un grupo que se considera más vulnerable y en el que en algunas escuelas en Estados Unidos están trabajando, para que aquellas que identifican que no les gusta “usar vestidos o las cosas de niñas”, consideren que entonces deben ser homosexuales. 

En dicho reportaje también se expuso información de un médico de Alabama, el Dr. Patrick Lappert, quien señaló que los tratamientos transgénero infantiles crean pacientes de por vida, debido a las operaciones y fármacos que utilizan. El Dr. Lappert expuso que anteriormente el tratamiento que se utilizaba para la disforia de género era una terapia cognitiva familiar e individual, lo que trajo como resultado una tasa de éxito del 92 por ciento. Sin embargo, el nuevo modelo de afirmación (o enfoque afirmativo, del que ya hemos hablado) dice que solo se permite un tipo de tratamiento identificado como “atención de afirmación”. Este, indica Lappert, es “el floreciente negocio de las clínicas de género” [12].

Con el modelo de afirmación se “afirma” al niño primero socialmente, y esto parece calmar la ansiedad del niño, pero luego al llegar la pubertad, se le administran los fármacos llamados “bloqueadores de pubertad”. Lappert dice que estos medicamentos lo que hacen es “bloquear la señalización hormonal normal que gestiona prácticamente todos los procesos de desarrollo del niño en crecimiento” y esto incluye el crecimiento del esqueleto, la masa muscular, la coordinación neuromuscular, el funcionamiento mental, el desarrollo psicológico, emocional y la maduración sexual”.  Dijo: “Todas estas cosas se detienen y los proveedores de la medicación insisten en que el punto importante del bloqueo de la pubertad es presionar el botón de pausa, dándole al niño tiempo para desarrollarse emocionalmente para que pueda participar en la toma de decisiones. Esa es una mentira evidente porque ahora has bloqueado el desarrollo psicológico con la droga” [13].

Como conclusión podemos decir que la influencia social y la presión de ideologías son instrumentos que contribuyen fuertemente al desarrollo de la disforia de género. Por esta razón es necesario estar informados sobre estos temas para tomar conciencia de esta condición, así como observar y prestar atención a quien pudiera experimentar confusión respecto a su sexualidad, en particular dentro del seno de la familia. 

ConParticipación

Fuentes: 

[1] https://genspect.org/la-primera-conferencia-sobre-dgir-tiene-una-gran-carga-clinica-y-emocional/

[2] https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0202330#abstract0

[3] Ibíd.

[4] https://genspect.org/la-primera-conferencia-sobre-dgir-tiene-una-gran-carga-clinica-y-emocional/

[5] Ibíd.

[6] Ibíd.

[7] https://conparticipacion.mx/disforia-de-genero-en-adolescentes-se-desconecta-el-cuerpo-de-la-mente/

[8] https://4thwavenow.com/2017/12/07/gender-dysphoria-is-not-one-thing/

[9] https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0202330#abstract0

[10] APA Task Force on the Treatment of Gender Identity Disorder, citado por Littman en https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0202330#abstract0

[11] https://www.youtube.com/watch?v=1jzqER7nnGc

[12] Ibíd.

[13] Ibíd.