En ConParticipación tenemos el compromiso de mantenerte informado en aquellos temas que pudieran influir o afectar a la sociedad. Sin lugar a duda, la ideología de género es uno de ellos, el cual desafortunadamente se ha abierto paso a través de la imposición en cada vez más aspectos de la vida. 

Dentro de ese espectro de influencia, esta ideología se ha permeado también en la salud mental, incluso en documentos como el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V, por sus siglas en inglés) [1] que es la herramienta oficial de diagnóstico que publica la Asociación Estadounidense de Psiquiatría. En este manual se incluye el diagnóstico de la disforia de género y la define como “una marcada incongruencia entre el sexo que uno siente y expresa y el que se le asigna, de una duración mínima de 6 meses” [2]. Posteriormente describe las manifestaciones de este trastorno, y especifica que debe cumplir por lo menos con 2 o más de estas manifestaciones. Como podemos observar, no se hace referencia a un problema de confusión sobre el propio sexo, sino a un problema de “incongruencia”, pero lo que más llama la atención es que señala que el sexo “se asigna”. Sin embargo, el sexo no se asigna, y es extraño que así se exprese el DSM-V; con el sexo se nace y es parte de la naturaleza de todo ser humano. 

Hemos hablado anteriormente sobre el tema, en particular expusimos el caso de una clínica en Reino Unido que brinda tratamiento a niños y adolescentes que padecen disforia de género. Al investigar lo que se hacía en esta clínica, entre otros aspectos se encontró que los niños que sufrían alguna confusión sexual recibían tratamientos como los bloqueadores de la pubertad, o de otro tipo, y se consideraba que era el cuerpo el que estaba enfermo en vez de considerar que fuera la mente la que estuviera confundida, sin evaluar los riesgos y efectos a largo plazo, y sin analizar mejores alternativas [3].

Existen en la actualidad cada vez más personas, organizaciones y personal de salud que se han dedicado a profundizar en el tema de la disforia de género y a evaluar los efectos de los tratamientos que existen. El pasado 20 de noviembre de 2021, varios profesionales destacados se reunieron para impartir una conferencia sobre DGIR (Disforia de Género de Inicio Rápido). Participaron especialistas como la Dra. Lisa Littman, autora del estudio seminal de 2018 sobre disforia de género; el Dr. David Bell, exgobernador del Tavistock & Portman NHS Trust del Reino Unido, y Stella O´Malley, psicoterapeuta y autora de varios libros sobre el tema [4]. 

Antes de compartirte algunos aspectos que se expusieron en dicha conferencia es necesario explicar uno de los enfoques con los que actualmente se trata la disforia de género y que ha sido objeto de controversia. Se trata del “enfoque afirmativo”. Una explicación de este concepto es la siguiente [5]:

“El modelo afirmativo considera la identidad de género como una realidad neuropsíquica, y concibe el género como separado del sexo (acercándose a una visión dualista de la persona). Consideran que la identidad de género se desarrolla como un aspecto independiente del cuerpo. La autopercepción del género determinaría el verdadero género del individuo, incluso en niños preadolescentes, por lo que generalmente recomiendan a los padres apoyarlos en su género expresado (y realizar la transición social si lo desean). En los inicios de la pubertad se ofrecen tratamientos de supresión de la pubertad y posteriormente tratamiento hormonal cruzado”. 

En la conferencia sobre DGIR a la que hemos hecho referencia, Stella O´Malley expresó que no existe un fundamento científico que respalde el denominado “enfoque o modelo afirmativo” a largo plazo, y que la afirmación no equivale a la confirmación. “Afirmas los sentimientos de tu cliente, pero eso no significa que confirmes cada pensamiento o idea que tenga” [6] expresó. Agregó que, si los terapeutas pasan de afirmar a confirmar a los jóvenes que se encuentran en un proceso de explorar la identidad de género, “puedes eliminar inadvertidamente la autonomía, impedir el proceso terapéutico y también interponerte en las oportunidades de progreso terapéutico” [7]. 

Un hecho que describe O´Malley nos llama la atención. Señala que a la hora de tratar a pacientes –niños y adolescentes– por disforia de género, muchos profesionales de la salud mental y de la medicina, dejan que el paciente sea quien dirija el tratamiento, en lugar de los psicólogos o médicos. Así lo expresó:  “Cuando un niño dice que no le importa su futura sexualidad o su futura fertilidad… Tenemos que escuchar… pero tenemos que asegurarnos de seguir siendo los adultos en la sala, y darnos cuenta de que un niño no puede conceptualizar el impacto de la pérdida de fertilidad cuando tiene doce años” [8]. Nos parece grave que suceda esto en la consulta, y que haya profesionales de la salud que en su práctica pierdan la objetividad influidos por la fuerte presión que ejerce la ideología de género cuando se trata de diagnosticar y medicar a un menor que presenta síntomas de disforia de género.

En esta misma conferencia se presentó el caso de una chica “trans” radicada en Australia. El caso fue presentado por Jude, madre de la muchacha. Jude compartió que su hija padeció graves trastornos emocionales desde la pubertad, y un día, de la noche a la mañana, a los casi 18 años, se identificó como hombre. Expuso que la disforia de género de su hija es producto de varias influencias: de Internet, de los compañeros, y aún más grave, de médicos que “afirman el género”, es decir, que ante los trastornos emocionales presentados por un adolescente concluyen que “está en el cuerpo equivocado” [9].

Jude compartió cómo la identidad transgénero en la adolescencia es “fuertemente promovida por los principales medios de comunicación y las redes sociales como algo glamuroso, valiente, impresionante y genial” [10]. Jude agregó: “Es difícil imaginar cualquier otra afección médica con un tratamiento grave que altere la vida en la que el diagnóstico dependa únicamente de la fiabilidad y exactitud del autoinforme de un niño o joven.  Se suponía que debíamos aceptar sin rechistar la descabellada idea de que nuestra hija se había convertido en un chico de la noche a la mañana a los 17 años y que, por lo tanto, necesitaba alterar su cuerpo para que coincidiera con alguna identidad interna invisible”. La experiencia de Jude con su hija la lleva a afirmar: “La profesión médica ha perdido de vista el juramento hipocrático, y han aceptado el autodiagnóstico de estos jóvenes” [11]. Puntualizó que el gran daño que han sufrido las familias que han sido devastadas y rotas por la ideología de género. “Estamos en medio de un enorme escándalo médico. Estamos realmente en una guerra para salvar a nuestros niños del daño.  Tenemos que detener el daño ahora”  [12].

Lamentablemente la hija de Jude fue “afirmada” por profesionales de la salud y puesta en tratamiento con fármacos, sin considerar las afecciones emocionales que su hija había sufrido a lo largo de su vida. 

Otro expositor en la conferencia sobre DGIR fue el Dr. David Bell, quien tuvo la función de terapeuta clínico senior de la Clínica Tavistock en el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido. Explicó que la palabra “transgénero” es un término que se mal utiliza. Solicitó que a quienes trabajan con estos jóvenes y adultos hagan una diferenciación entre la experiencia de la disforia de género y la identidad del transexualismo [13].

Para Bell, un elemento grave a la hora de tratar a una persona con síntomas de disforia de género es que se tiende “a una simplificación muy perjudicial, peculiar y superficial” y que es común pensar que el compromiso con el paciente significa no cuestionar su relato. Otro punto de preocupación para Bell es que en el “enfoque afirmativo”, si un profesional toma una postura más reflexiva, queriendo entender por qué un niño se llega a desarrollar de ciertas maneras, se juzga como una expresión de transfobia [14].

Por otro lado, habló sobre los contextos en los que niños y jóvenes reciben la mayor influencia de la ideología de género, así lo expresó:  “La mayor parte del daño en torno a la ideología de género y los jóvenes tiene lugar en las escuelas hoy en día” [15].

Como puedes ver este es un tema que puede llegar a ser polémico pero que es necesario abrir al diálogo. Continuaremos en la segunda parte de este artículo hablando sobre lo que una de las principales expertas en el tema, la Dra. Lisa Littman, expuso en la conferencia a la que hemos hecho referencia sobre la DGIR.

ConParticipación

Fuentes:

[1] https://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Documents/dsm-v-guia-consulta-manual-diagnostico-estadistico-trastornos-mentales.pdf

https://www.appi.org/dsm5tr

[2] https://www.psychiatry.org/psychiatrists/cultural-competency/education/transgender-and-gender-nonconforming-patients/gender-dysphoria-diagnosis

[3] https://conparticipacion.mx/disforia-de-genero-parte-1/ 

[4] https://genspect.org/la-primera-conferencia-sobre-dgir-tiene-una-gran-carga-clinica-y-emocional/

[5] https://www.redalyc.org/journal/832/83269043005/html/#:~:text=El%20modelo%20afirmativo%20considera%20la,un%20aspecto%20independiente%20del%20cuerpo.

[6] https://genspect.org/la-primera-conferencia-sobre-dgir-tiene-una-gran-carga-clinica-y-emocional/

[7] Ibíd.

[8] Ibíd.

[9] Ibíd.

[10] Ibíd.

[11] Ibíd.

[12] Ibíd.

[13] Ibíd. 

[14] Ibíd.

[15] Ibíd.