Disforia de género en adolescentes: se desconecta el cuerpo de la mente

Ya en un artículo anterior hablamos del incremento de casos de disforia de género en adolescentes que se está dando en Estados Unidos y otros países como Reino Unido. La Dra. Lisa Littman analizó este fenómeno en su estudio “Disforia de género de aparición repentina en adolescentes y adultos jóvenes: un estudio de encuestas a padres de familia” [1]. Recordemos que la disforia de género se define como “la incomodidad persistente de un individuo con su sexo biológico o género asignado” [2].

El estudio de Littman arroja resultados interesantes y a la vez preocupantes: los padres de familia encuestados reportaron haber observado en sus hijos adolescentes y adultos jóvenes, una disforia de género de aparición repentina (rapid-onset gender dysphoria o ROGD por sus siglas en inglés); la gran mayoría de ellos eran niñas adolescentes de una edad promedio de 16.4 años. En el 36.8% de los grupos descritos, la mayoría de los miembros se convirtieron en personas identificadas como transgénero. Otro dato interesante es que el 62.5% de los adolescentes observados habían sido diagnosticados con al menos un trastorno de salud mental o discapacidad del desarrollo neurológico antes del inicio de su disforia de género [3].

A muchos de estos adolescentes se les está tratando con terapia. Sin embargo, para tratar la disforia de género la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (APA por sus siglas en inglés) sugiere, además de terapia, hormonas para cambio de sexo, supresión de la pubertad y cirugía de “reasignación de género” [4], que en realidad es una cirugía para cambiar de sexo. Preocupa que los profesionales de salud sugieran estas opciones para adolescentes o jóvenes, sin que se haga un análisis más profundo de las consecuencias permanentes de mutilar el cuerpo y de las causas que originan la disforia de género en cada caso.

Ante esto es necesario considerar lo siguiente:

  • Los artículos basados en estudios señalan que al menos en el pasado, del 60 al 90% de los niños cuya disforia de género había empezado antes de la pubertad, se conformaron con su sexo de nacimiento sin necesidad de un cambio. Esto podría haber cambiado últimamente debido a que hoy en día, en la práctica clínica se motiva a las personas al cambio de sexo del género masculino al femenino (o viceversa) [5].
  • De los tipos de disforia de género observados en niños y adolescentes[6]:
      • La que inicia en la niñez temprana (early-onset GD o childhood-onset GD),
      • La que inicia después de la pubertad (late-onset GD), de la cual deriva la que ocurre durante la                            adolescencia (adolescent-onset GD), y
      • La ROGD, mencionada en el estudio de Littman,

    solo el tipo que inicia en la niñez ha sido bien estudiado en niños y adolescentes [7].

  • La autoginofilia (que es un tipo de disforia que se da solo en varones adultos) y la ROGD tienen causas muy diferentes a la disforia que inicia en la niñez, y se presentan de maneras muy distintas [8].
  • Instituciones que se han dedicado a recoger datos suficientes sobre la disforia de género en adolescentes, han concluido que el manejo de la disforia de género que inicia en la adolescencia es más complicado que el que inicia en la niñez, y que los individuos que presentan el primer tipo mencionado son más propensos a tener una psicopatología [9].
  • La misma APA reconoce que los adolescentes con disforia de género deben ser “examinados cuidadosamente para detectar el surgimiento del deseo de reasignación de sexo en el contexto del trauma, así como también de cualquier trastorno (como esquizofrenia, manía, depresión psicótica) que pueda producir confusión de género. Cuando está presente, dicha psicopatología debe abordarse y tenerse en cuenta antes de apoyar la decisión del adolescente de continuar o no con la reasignación sexual o de ayudar al adolescente con la transición de género” [10].

Ante toda esta información, ¿por qué entonces hay terapeutas o médicos que recomiendan la reasignación de sexo sin tener suficiente información de cada caso? ¿Por qué se está presionando a los padres de familia para que apoyen a sus hijos adolescentes cuando estos, repentinamente, dicen no estar conformes con su cuerpo y piden realizarse un cambio de sexo?

La moda del transexualismo que difunden muchos medios de comunicación, películas, blogs, etc., ejerce ciertamente una gran presión pero aquí debemos detenernos. Por encima de todo esto debemos pensar en el bienestar de nuestros niños y adolescentes y en las serias consecuencias que implica un “tratamiento” de reasignación de sexo.

Las hormonas que se recetan para realizar un “cambio de sexo” conllevan riesgos para la salud, algunos de ellos graves. En los adultos varones implica riesgo de: trombosis venosa, colelitiasis (cálculos en la vesícula biliar), hiperprolactinemia, enzimas hepáticas elevadas, depresión, disminución de la hemoglobina, prolactinoma, disminución de la sensibilidad a la insulina, entre otros. En las mujeres adultas puede suceder: acné, aumento de peso, enzimas hepáticas elevadas, aumento del hematocrito (glóbulos rojos), hiperplasia endometrial, apnea del sueño, pobre perfil de lípidos, agresión e hipersexualidad, disminución de la densidad mineral ósea después de la gonadectomía, es decir, después de la extirpación de ovarios, y cáncer de ovarios, entre otros [11].Mucho podría hablarse también de lo que implica una cirugía de cambio de sexo.

En el 2004 la Birmingham University’s Aggressive Research Intelligence Facility (ARIF, por sus siglas en inglés) evaluó los hallazgos de más de cien estudios de seguimiento de transexuales después de sus cirugías de cambio de sexo. A continuación algunos de ellos [12]:

  • Ninguno de los estudios proporciona evidencia concluyente de que la reasignación o cambio de sexo sea beneficiosa para los pacientes.
  • La mayoría de las investigaciones estaban mal diseñadas, lo que sesgó los resultados a favor del cambio físico de sexo.
  • No se evaluó si otros tratamientos, como el asesoramiento a largo plazo, podrían ayudar a los transexuales, o si su confusión de género podría disminuir con el tiempo.
  • Las complicaciones potenciales de las hormonas y la cirugía genital, que incluyen la trombosis venosa profunda y la incontinencia, respectivamente, tampoco se han investigado a fondo.
  • Hay una gran cantidad de personas que se someten a la cirugía pero que quedan traumatizadas, a menudo hasta el suicidio.

Después de exponer toda esta información podemos concluir que el tratamiento de la disforia de género en niños, adolescentes y adultos jóvenes, no puede ser tomado a la ligera, y en la sociedad no debemos permitir que la presión de los medios de comunicación o de las ideologías influyan en padres de familia y profesionales a la hora de tratar estos trastornos. Como vimos en los resultados del estudio de la ROGD, muchas veces los adolescentes presentan trastornos de salud mental previos o junto con la aparición de la disforia de género. Esto conlleva un riesgo: el de no resolver los posibles problemas que haya de fondo, que quizá estén ocasionando que el adolescente, bajo la influencia de ideologías o de pares supuestamente “transexuales”, caiga en la confusión de pensar que “está en el cuerpo equivocado”. Es importante que no se haga un diagnóstico al vapor y se intente llegar al fondo de la situación por la que pasa el adolescente o joven, antes de alentarlo, como muchos terapeutas hacen, a optar por un cambio de sexo. Los terapeutas que realicen un diagnóstico de este tipo deben estar suficientemente capacitados en los temas de psicopatología del desarrollo en la infancia y adolescencia, tener experiencia y competencia en el diagnóstico y tratamiento de problemas mentales, así como tener un amplio conocimiento de la disforia de género [13].

La educación y la comunicación en los temas de sexualidad hablan de inclusión para las personas que tienen esta condición; sin embargo, la inclusión es algo muy distinto a la confusión que muchas veces se genera en niños y adolescentes al venderles una idea equivocada sobre la sexualidad. Es responsabilidad de padres de familia, profesionales de la salud, y de la sociedad, guiar adecuadamente a nuestros niños y adolescentes y darles la ayuda profesional adecuada, misma que no debe estar influenciada por ideologías que los lleven a tomar una decisión que no tienen la suficiente madurez de tomar, que puede cambiar su vida para siempre, y que los puede poner en serio riesgo de salud.

Fuentes:

[1] https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0202330#abstract0
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[4] https://www.psychiatry.org/patients-families/gender-dysphoria/what-is-gender-dysphoria
[5] https://4thwavenow.com/2017/12/07/gender-dysphoria-is-not-one-thing/
[6] https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0202330#abstract0
[7] https://4thwavenow.com/2017/12/07/gender-dysphoria-is-not-one-thing/

[8] Ibíd.
[9] https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0202330#abstract0
[10] APA Task Force on the Treatment of Gender Identity Disorder, citado por Littman en https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0202330#abstract0
[11] https://academic.oup.com/jcem/article/88/8/3467/2845109
[12] https://www.thenewatlantis.com/publications/part-three-gender-identity-sexuality-and-gender
[13] http://www.endocrinologiapediatrica.org/revistas/P1-E12/P1-E12-S510-A283.pdf