El pasado 26 de noviembre de 2021, el niño Lucio Dupuy, quien en ese entonces tenía la edad de 5 años, perdió la vida víctima de maltrato. Tras varias audiencias el próximo 2 de febrero de 2023 el Tribunal de Audiencias de Santa Rosa, La Pampa (Argentina), otorgará el veredicto. Se acusa de asesinato a Magdalena Valenti, mamá de Lucio, y a la pareja de la madre, Abigaíl Páez [1].
El Ministerio Público Fiscal solicitó en el juicio realizado a mediados de diciembre de 2022 que las dos acusadas sean condenadas por abuso sexual gravemente ultrajante y homicidio calificado. La fiscal Verónica Ferrero, en su alegato de cierre, expresó que las acusadas “agredieron físicamente, en forma conjunta” al pequeño ocasionándole múltiples lesiones que le provocaron la muerte luego de un periodo de agonía. Remitiéndose a los resultados de la autopsia, Ferrero expuso que existió maltrato físico continuo (pues había lesiones viejas), y que fueron comprobados reiterados abusos sexuales [2].
El maltrato de Lucio era realizado por ambas mujeres quienes, a través de mensajes de voz y de texto, expresaban que este “interfería en sus vidas”. “No lo quiero ni ver porque me amarga la vida”, escribió en una ocasión la novia de la tutora [3].
Casos como el de Lucio Dupuy nos entristecen sobremanera. Llama la atención que nadie en su entorno se percatara de la violencia de que era objeto por parte de su madre lesbiana y su pareja. Es importante que la sociedad, el gobierno y las diferentes instancias en las que se desenvuelve el ser humano, estén preparados para prevenir desenlaces tan lamentables, como fue en este caso la muerte de un menor. Prevenir la violencia contra niños y adolescentes debe ser un tema prioritario, pues ellos tienen derecho a una infancia libre de violencia. Esto también invita a reflexionar sobre las implicaciones de priorizar cuestiones ideológicas por encima del interés superior del menor.
ConParticipación
Fuentes:
[2] Ibíd.
