“Ninguna mujer quiere matar a su hijo. Lo que quiere es solucionar sus problemas”. Aún resuenan esas palabras que escuché de Amparo Medina, activista de derechos humanos. Me tocó estar en una conferencia muy interesante con ella y otras dos mujeres que defienden la vida humana desde que está en el vientre de su madre. Los testimonios –sumamente impactantes- de cada una de ellas nos dejan un mensaje contundente: la vida humana es valiosa y cada vida humana cuenta. Por ello estas mujeres van por muchos lugares compartiendo su experiencia de vida y tratando de despertar la conciencia de la gente acerca del tema del aborto.

La conferencia que te comento se realizó 29 de octubre de 2018 en el ITESO, universidad jesuita en Guadalajara. Las ponentes fueron, además de Amparo Medina (Ecuador), Sara Winter (Brasil), escritora y conferencista internacional y Norma Edith Martínez (México), psicóloga egresada del ITESO, que fue diputada federal en el Congreso de la Unión de 2015 a 2018. La charla la impartieron a manera de panel para hablar sobre el aborto. A continuación te compartiré un poco más de lo que se dijo en esta charla.

Amparo Medina expuso muchas verdades –que se desconocen– sobre el tema del aborto como una industria. Mencionaba, entre otras cosas, que uno de los puntos que hay en el fondo del debate del aborto es que en pleno siglo XXI se está discutiendo sobre quién tiene derecho a vivir y quién no, lo cual se ha ido difundiendo y asimilando; ella fue parte de ese proceso. Cuando Amparo estuvo trabajando para la ONU existía una campaña muy intensa para fomentar el uso de anticonceptivos entre adolescentes y jóvenes. En Ecuador se hacía con adolescentes desde los 10 años en escuelas y colegios, entre el año 2000 al 2004. También se promovía el uso de pastillas abortivas, que evitaban el implante del cigoto.

Contó que en una ocasión, en un congreso realizado en Santiago de Chile para compartir las estrategias para esta campaña abortiva, se hizo la observación de que el uso de anticonceptivos sólo tenía como finalidad no concebir un hijo, pero no prevenía enfermedades venéreas. Dijo que en ese tiempo ya existían estadísticas altas de jóvenes contagiados con el virus del papiloma humano y herpes. Hubo algunos datos impactantes que compartió, por ejemplo, que desde hace tres meses en Argentina y Chile hay una pandemia de sífilis.

Amparo contó una experiencia muy impresionante que la marcó de por vida. En  una ocasión le tocó presenciar el aborto que se practicó una amiga, a la cual acompañó para animarla, diciéndole que no pasaba nada, y que todo iba a estar bien tomándola de la mano. Explicó lo que presenció con algunos detalles: primero la anestesiaron de la cintura para abajo; luego el aborto se realizó a través del método de succión. Durante el procedimiento su amiga tenía la vista fija en el techo todo el tiempo. Amparo vio cómo salían partes del cuerpo del bebé abortado y las ponían en un frasco. Esto la impresionó mucho y se dio cuenta de que aquello que su amiga abortó de ninguna manera era un montón de células, o coágulos de sangre, sino una persona. Cuando terminó el procedimiento su amiga le preguntó que dónde estaba su bebé. Desde entonces Amparo nunca volvió a promover el aborto.

Uno de sus comentarios finales fue que una mujer que se practica un aborto no quiere matar a su hijo o hija en gestación, lo que quiere es solucionar los problemas que tiene alrededor, ya sea la falta de apoyo del padre del bebé, situaciones económicas difíciles, cuestiones personales, etc.

Después tocó el turno de participar a Sara Winter. Ella contó que tuvo una infancia muy difícil porque tenía un hermano agresivo y drogadicto que la corrió de su casa a los 16 años. Cayó en la prostitución para sobrevivir, para rentar un cuarto, resguardarse del frío y comer. El ambiente en el que se movía era de drogas y agresividad; en una ocasión fue violada, lo cual le causó mucho dolor. Comentó que una vez vio una foto de una mujer feminista y la inspiró a formar parte de ese movimiento, ya que debido a todo el dolor que había vivido desde su casa y en la calle, pensó que las mujeres no debían pasar por lo que ella pasó. Así fue como empezó a participar en marchas, y promovía el aborto como parte del movimiento feminista con la idea de empoderar a las mujeres, hasta que resultó embarazada.

Contó que sus compañeras feministas le decían que no se preocupara, que abortara ya que solo era un montón de células lo que tenía en su cuerpo. Entonces adquirió una píldora abortiva. Después de tomarla estuvo horas y horas con dolores de parto; luego expulsó en el inodoro a su bebé. Dijo que no eran coágulos ni un montón de células, vio a su hijo y ya no podía hacer nada. Después, al pasar un rato en la madrugada, despertó con el estómago inflamado y mucho dolor de cuerpo. Llamó a sus amigas feministas y ninguna de ellas fue a ayudarla. Finalmente un amigo la llevó al hospital y resultó que tenía restos de su bebé en el útero; posteriormente le diagnosticaron esterilidad. Pero inexplicablemente después sí pudo concebir y ahora tiene un hijo. Sara se dio cuenta de que el aborto no empodera a ninguna mujer, al contrario, la daña. Por 6 meses tuvo secuelas emocionales relacionadas con el aborto, ya que escuchaba a su bebé llorar en todas partes, veía ropa de recién nacido y lloraba desconsolada.

Desde que vivió esa experiencia se ha dedicado a defender la vida desde la concepción y ayudar a las mujeres embarazadas en dificultad. También estuvo de acuerdo con Amparo en que una mujer no aborta para matar a su hijo o hija por nacer, sino para solucionar los problemas en los que muchas veces se encuentra.

La tercera ponente fue Edith Martínez. Ella compartió que tiene 13 hijos, pues considera a sus 8 hijos fallecidos por abortos espontáneos, y además tiene 5 que sí vivieron. Habló sobre la experiencia de perder un bebé, y comentó que el dolor que se siente es el mismo en un aborto, ya sea espontáneo o provocado, ya que una mujer embarazada cuando se entera que lo está, sea que desee a ese bebé o no, amanece pensando en él y anochece pensando en él. Comentó que en el tiempo que estuvo trabajando para ayudar a mujeres embarazadas en dificultad, la mayoría de las que iban a solicitar ayuda eran niñas abusadas por parientes cercanos. Le tocó conocer el caso de una joven estudiante de 20 años que quedó embarazada de un hombre que no era su novio, por lo que decidió abortar. Compró una píldora abortiva; el bebé tenía ya quince semanas, por lo que al salir tuvo que tomarlo de los piecitos y sacarlo. Ella lo llevó a enterrar a la tumba de su abuelita, y contó que al mismo tiempo una hermana de ella estaba teniendo a su bebé, por lo que no se dieron cuenta sus familiares de lo que le había sucedido.

Al final del evento se dio un tiempo para preguntas y respuestas. Una pregunta interesante fue que si la mujer que se practica un aborto debería ir a la cárcel. A esta pregunta Amparo contestó que en México sólo existen cinco mujeres que están en la cárcel por intervenir en la realización de un aborto, es decir, por lucrar con el aborto, no porque se lo hayan practicado. No perdamos de vista que se trata de proteger jurídicamente la vida de la hija o hijo antes de nacer. La pregunta es cómo evitar que se cometa el aborto y cómo hacer justicia al hijo o hija que perdió la vida.

Expresó que el punto fundamental debe ser cómo ayudar a la mujer embarazada que está en dificultades. Dijo que ninguna mujer de las que ella motivó a realizarse un aborto ha regresado a darle las gracias por habérselo practicado.

Añadió que no se trata solo de decir sí a la vida y no al aborto, sino de ayudar realmente a la mujer embarazada en dificultad, que haya personas que den parte de su vida y su tiempo para ayudar a esta causa. Compartió que algo que sí le ha pasado es que mujeres que iban a abortar y recibieron ayuda, han ido a darle las gracias porque no mataron a su hijo. En opinión de Amparo, se necesitan varones muy varones que se hagan responsables de lo que implica una relación sexual. La mujer solo puede quedar embarazada una vez al mes, el óvulo sólo vive de 10 a 12 horas, mientras que el hombre es fértil los 365 días del año.

Por su parte, Edith dijo que no podemos ignorar a una mujer embarazada que está pasando una dificultad. Resaltó que en la actualidad no hay alternativas para estas mujeres. Señaló que cuando una mujer es violada, ni siquiera atrapan a su agresor. Si queda embarazada la dejan con su dolor y su carga, pero no hay refugios dignos para cuidar a una mujer en esta situación; desafortunadamente no existen. Edith subrayó que es crucial el tema del inicio de la vida, que empieza desde la fecundación, y que no es posible que se pueda abortar a un bebé a las 11 semanas y a las 15 ya no. “La única diferencia es el crecimiento”, expresó.

Sara comentó que es importante dar prioridad a la salud de las mujeres porque en cada aborto muere un hijo o hija y las mujeres se dañan. Si hay violaciones es porque hay violadores, y si hay violadores es porque las leyes no funcionan. La mujer tiene que salir a la calle sin tener miedo a ser violada. Alguien del público le preguntó si no debería ella estar en la cárcel por haberse hecho un aborto, a lo que ella respondió que asumió su responsabilidad y dio la cara a las autoridades al practicárselo, pero la regresaron a su casa. Ninguna mujer está en la cárcel por haber abortado, están las que han ayudado a practicar el aborto, reiteró.

Una pregunta interesante que surgió fue la de cómo convencer a una mujer para que no aborte. Sara dijo que las mujeres muchas veces solo quieren hablar, no quieren matar a su hijo, quieren solucionar su problema. Cuando escuchan el latido del corazón, tenga el tiempo que tenga el bebé, se desisten de abortar.

Después de escuchar los testimonios de Amparo, Sara y Edith, me convencí aún más de que es necesario seguir luchando por la defensa de la vida. Te invito a que te unas a esta causa. Los testimonios de estas tres mujeres nos exponen una verdad que no se puede esconder: hay un ser humano desde la fecundación, un ser humano que necesita protección y que tiene derecho a vivir. Otro tema importante que no podemos ignorar y que hay que atender es que la mujer embarazada en dificultad necesita un apoyo real en lugar de matar a su bebé. Sigamos la regla de los Dos: que los dos vivan y que los dos estén bien, madre e hijo.

Si quieres escuchar esta conferencia completa, te invito a que veas el siguiente video:

 

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