En el artículo anterior hablamos sobre algunos puntos de una conferencia impartida a través de las redes sociales de ConParticipación y que llamamos “10+1: el mundo al que llegó el coronavirus” (puedes ver la conferencia en: https://www.facebook.com/ConParticipacion/videos/235735297672740/). Es una reflexión sobre cómo se encuentra nuestro mundo ante esta pandemia. Vemos que a pesar de los avances tecnológicos el hombre tiende a despreciar la vida humana, el planeta, las relaciones con los demás, y hasta llega a justificar el que se eliminen vidas humanas.

Vamos a seguir comentando algunas ideas importantes de esta charla. ¿Qué hay detrás de todo este desprecio a los valores de la dignidad del ser humano? Primero, encontramos justamente la propagación de una vergüenza de esa dignidad humana, en vez de ser responsables por nuestra humanidad. Vemos como una carga nuestra propia existencia. Así se orilla a las personas a destruir su vida, incluso desde niños, y a terminar pronto con ella o a pasarla lo mejor posible.

Segundo, vivimos en un mundo sumergido en una antropología de la inmanencia en vez de una de trascendencia. Inmanente quiere decir “dentro de…” o “no más allá de…”. La inmanencia equivale a encerrarse en sí mismo, es algo que no depende de una realidad exterior [1]. La trascendencia es un concepto opuesto a la inmanencia. Para comprender la inmanencia y la trascendencia tomaremos como ejemplos las amibas y el ojo humano. La amiba es un ser vivo inmanente porque está encerrado en sí mismo, no esperamos nada de una amiba, solo que exista. En cuanto al ojo, este existe y se realiza en relación con la luz por lo que un ojo cerrado rechaza su mismo ser. De igual forma el ser humano no vive para sí, es un ser en relación, trascendente. Esto lo vemos en su sexualidad ya que la anatomía de un hombre y de una mujer se complementan con la posibilidad de trascender en una nueva vida. Sin embargo, hoy en día en la sociedad tendemos a vivir un estilo de vida inmanente, encerrados en nosotros mismos.

Tercero, vivimos en una sociedad donde hemos migrado de la ética de la realidad a la ética del respeto. Esto quiere decir que en la óptica del mundo de hoy las cosas no son correctas o incorrectas, buenas o malas de acuerdo con los hechos o la realidad, sino que lo son en la medida en que sientas que respetas a otra persona. Es verdad que no podemos imponer nuestra forma de pensar sobre lo opinable, pero no podemos renunciar a la realidad y hacer que todos los hechos sean opinables. Ejemplo: si alguien opina que puede flotar no por eso va a dejar de caerse si se tira de un techo.

Cuarto, estamos en un contexto cultural en donde han cambiado mucho los derechos. Estos han evolucionado de manera que en un principio se encontraban asociados a la responsabilidad; luego eran limitados por los derechos del otro: tenías derecho a todo lo que no afectara a un tercero. Pero ahora el derecho implica todo aquello que yo quiera hacer sin que otro me pueda frenar. En eso se basa la lógica del aborto: yo voy a poder eliminarte si tú no me lo puedes impedir. Tengo derecho de hacer cualquier cosa si el otro no me puede frenar.

Esta es la cultura antropológica que está recibiendo al coronavirus. ¿Deberíamos desanimarnos por eso? No. El coronavirus nos está abriendo la oportunidad de redescubrir la solidaridad, que es el principio ético fundamental por el que un ser humano puede esperar que alguien le tienda la mano para salir adelante. La solidaridad es ese vínculo que hace que no seamos indiferentes a los demás. Hoy nos quedamos en casa por solidaridad, no solo para cuidarnos a nosotros mismos sino para cuidar a otros. En esta nueva situación muchos dan muestras de solidaridad en aspectos como el económico, al dar despensas, clases en línea, intercambio de conocimientos, etc. Hay grandes señales de que el coronavirus nos da la oportunidad de hacer un cambio a un mundo más solidario, en el que tú puedes abrir los ojos para cambiar y actuar. Eso es lo que precisamente te proponemos en ConParticipación.

Así también lo manifestó el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en una conferencia de prensa virtual en marzo del presente en donde señalaba la urgencia de la necesidad de solidaridad [2]:

Estamos ante una crisis sanitaria mundial nunca vista en los 75 años de historia de las Naciones Unidas, que está propagando el sufrimiento humano, infectando la economía mundial y trastocando la vida de la gente.

Es casi seguro que se produzca una recesión mundial, quizás también sin precedentes (…).  

Se trata, sobre todo, de una crisis humana que requiere solidaridad.  

Nuestra familia humana está estresada y el tejido social se está rasgando. La gente está sufriendo, enferma y asustada. 

Las respuestas actuales a nivel nacional no tienen en cuenta la escala mundial ni la complejidad de la crisis.

Lo que se necesita en este momento es la acción política coordinada, decisiva e innovadora de las principales economías del mundo. Debemos reconocer que los más afectados serán los países más pobres y los más vulnerables, especialmente las mujeres. 

Pregúntate: ¿cómo quieres llegar a ser? ¿Un ser humano amiba (inmanente) o un ser humano que va a construir su felicidad en relación y en solidaridad (trascendente)?

A continuación te comparto las ligas de la conferencia “10+1: el mundo al que llegó el coronavirus” para que la veas completa a través de las redes sociales de ConParticipación.

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ConParticipación

Fuentes:

[1] https://sites.google.com/site/diccionariodecenteno/i/inmanencia

[2] https://coronavirus.onu.org.mx/covid-19-un-llamado-a-la-solidaridad